La vacunación, los antibióticos, la potabilización de las aguas, la higienización de las viviendas y otras medidas sociales y sanitarias han invertido la curva de morbilidad y mortalidad. Antes predominaban las enfermedades agudas, las infecciones y las epidemias por enfermedades virales.
Hoy día, aun en los países en vías de desarrollo, hay una mayor incidencia de enfermedades crónicas no transmisibles: afecciones cardiovasculares por aterosclerosis, obesidad, diabetes, enfermedades respiratorias obstructivas crónicas, osteoartritis, artritis reumatoide y otras condiciones degenerativas. En la mayoría de estas enfermedades hay factores causales ligados al estilo de vida moderno.
De acuerdo con expertos en nutrición, como el Dr. Andrew Weil, Nocholas Perricone y Deepak Chopra, el principal culpable de la inflamación crónica son los ácidos grasos trans. Los avances en Medicina Biomolecular explican los potenciales efectos de esas grasas en las enfermedades crónicas y degenerativas y en el cáncer. Esas grasas están contenidas en las margarinas, la manteca vegetal, los productos comerciales horneados, frituras profundas y virtualmente todos los alimentos industrializados que sufren un proceso de hidrogenación total o parcial producido por las altas temperaturas de los hornos y el uso de sustancias químicas.
Las grasas trans aumentan el colesterol malo (LDL) y los triglicéridos, y disminuyen el colesterol bueno (HDL) lo que favorece el desarrollo de la aterosclerosis. La inflamación crónica subyace en las enfermedades crónicas.
Por un concepto equivocado, por mala información, y buscando cambios dietéticos para disminuir el consumo de grasas saturadas y la ingesta de carbohidratos, hemos aumentado las grasas trans y los carbohidratos refinados, con efectos desfavorables para la salud. Según Louis Gitlleman, aproximadamente 90% de un dólar de alimentos en E.U. se gasta en productos procesados contaminados con grasa trans. Ya saben, a reducir al mínimo las grasas trans. l