A propósito de la publicación de uno que otro artículo sobre la envidia, traigo recuerdos del Dr. Antonio (Toñito) Zaglul, profesor de la UASD, psiquiatra, articulista y escritor, apreciado por su capacidad y afabilidad.
Avanzado el año 1965, en pleno Movimiento Renovador de la UASD, el profesor Zaglul, decano provisional de la Facultad de Medicina, compartía con frecuencia en los recesos de reuniones, como gran conversador, con los dirigentes estudiantiles.
En una ocasión uno preguntó cómo definía a los “izquierdistas” , indicando un sector específico de aquellos tiempos. “Agresores al padre”, respondió sin titubear. “Por tanto, agresores a la autoridad”, agregó. Obviamente, definía un comportamiento psiquiátrico, no una conducta ideológica.
Algunos dirigentes de “izquierda”, por sectarios, hoy participan en movimientos políticos adversarios al PLD. ¿Eran de izquierda?. Claro que no, se oponen al PLD como reacción a la fuerza y autoridad del progreso.
¿Profesor Zaglul, y qué es la envidia?, pregunta otro de nosotros. Y dijo: “El envidioso como el envidiado luchan contra una carencia, el primero porque no tiene lo deseado y el segundo por retener eso que obtuvo”, enfatizó con su recordada sonrisa amplia y afable.
Entonces agrega: “El envidiado presume de serlo; el envidioso agrede sin limites. En cambio, el líder es amado por los que comparten su causa y odiado por los adversarios”.
Emular es la figura conceptual que utilizan las organizaciones, los líderes e instituciones para estimular los ejemplos por una causa.
Leonel Fernández podrá ser emulado por liderar la construcción del país a su progreso y modernización, crear la gobernabilidad para producir riquezas y ahora, si toma ese camino, por desarrollar políticas de Estado para superar la desigualdad.
Danilo podrá ser emulado por dar continuidad a aquello, creando nuevos estilos y políticas públicas para elevar los niveles de acceso de la sociedad en oportunidades de crecimiento.
Ambos expresan lo que es el PLD; es un absurdo envidiarlos, se abraza la causa por ellos encabezada desde el PLD.
Enseñarles a los jóvenes del PLD a envidiar o ser envidiados, es una desvalorización; es apartarlos, colocarlos en un camino de mezquindades y alejarlos de la causa. Tener éxitos en política no es sinónimo de hacer fortuna en ella. Ni Bosch ni Peña Gómez, ni tampoco Balaguer hicieron fortuna personal; sin embargo, fueron políticamente exitosos cada cual en su ubicación.
En el origen del PLD se exploró la posibilidad de que el Partido hiciera lícito comercio, pero hubo una clara comprensión de que ni el partido ni sus dirigentes debían hacer negocios desde la actividad política, por ser totalmente incompatibles.
Las fuerzas económicas no pueden tener competidores desde el poder; el Estado no es para desde él hacer negocios. Desde el Estado se dirige la sociedad.
La envidia es un comportamiento individual, para provecho personal; la emulación es asumir un proyecto, una causa común que construye sociedades y consagra en la historia. l