“Establecer gravámenes solamente a las actividades que promueven externalidades negativas sobre la sociedad”. Ese fue uno de los “considerando” surrealistas de la última reforma fiscal que nos perpetró el Gobierno.
Una externalidad es una actividad que afecta a otros para mejor o para peor, sin que éstos paguen o sean compensados por ellas, y usted le pone el apellido de “negativa” cuando produce efectos dañinos, cuantificables económicamente sobre terceros.
Lo de “actividades que promueven externalidades negativas” es ofensivo y casi una declaración de guerra para el sistema financiero nacional, en especial la banca. El Gobierno piensa que ponerle un impuesto confiscatorio al sistema financiero dominicano no es una externalidad negativa para todos, o sea, que si a usted el Gobierno le está expropiando la banca, eso no es negativo para usted ni para todos nosotros, los terceros, que somos quienes hacemos la economía del país.
¿Qué tiene el paquetazo del gobierno del PLD que es confiscatorio al estilo Hugo Chávez?: el impuesto de un 1% anual a los activos financieros de las entidades de intermediación financiera (EIF). Con ese impuesto a las EIF que posean unos activos superiores a 700 millones de pesos, están obligando a reducir el tamaño de las entidades importantes, para no desaparecer tragadas por el impuesto, impuesto confiscatorio, ya que tendría que pagarse aunque las entidades de intermediación financiera no presenten utilidades, sacándolo de su patrimonio.
Ese impuesto grava indiscriminadamente activos improductivos para las EIF: dinero depositado en el Banco Central para el encaje legal, efectivo en caja y bóveda de las EIF, y préstamos e inversiones que estén en situaciones de atraso o de impago, entre otros.
Ese impuesto específico aportará el 77% del ingreso estimado en el paquetazo para francachelas, que no para educación, que el Gobierno hizo aprobar, recayendo la mayor carga impositiva principalmente sobre los bancos múltiples.
Los genios del equipo económico y financiero del gobierno peledeísta lo que han hecho es copiar un impuesto-desastre que se estableció en Hungría, para que veamos cuáles son sus modelos, un impuesto que ha sido el descalabro del sistema financiero y tributario húngaro.
El riesgo es que con el tiempo, la incertidumbre sobre el impuesto lleve a los bancos a reducir su tamaño, con repercusiones negativas para la oferta de crédito y el crecimiento económico del país.
El riesgo es que los impuestos provisionales que han impuesto desde el Gobierno se han convertido en eternos y, peor aún, se han ido aumentando con el tiempo. El riesgo es que se quieran quedar los genios del Gobierno y del PLD en el Poder Ejecutivo, pues ya se anclaron en el legislativo y desde allí amenazan guerras y desgobierno.
Fernando Casanova es abogado