En diciembre, todo se multiplica. El sueldo se duplica. El dinero en circulación aumenta, el comercio se activa. Las ventas de bebidas crecen. Las fiestas están al doblar de la esquina. Somos gente de sonrisa y más en diciembre.
Compartimos con amigos y nos acercamos más a los familiares. A pesar de lo
difícil que ha sido el año, de los problemas del mundo internacional, tendemos a olvidar lo malo y disfrutar el momento. Nos motiva a iniciar el nuevo año lleno de esperanzas.
Para enero recibimos la resaca de lo gozado, pero cuatro días festivos sirven de amortiguación. Sin embargo para el próximo año dos cosas se conjugan, primero dos de los días festivos caen en fines de semana y segundo inicia la parte substantiva de la reforma fiscal. El 2013 empezará un poco más intenso de lo posiblemente deseado.
Si bien hemos afrontado el déficit fiscal, realizando los ajustes en los gastos, y tomando las medidas para aumentar los ingresos vía aumento de los impuestos, no es menos cierto que mantenemos un importante déficit externo en nuestra cuenta corriente de la balanza de pagos.
En términos llanos esto significa que estamos demandando más dólares de lo que generamos y para poder mantener la estabilidad de la tasa de cambio y el ritmo de crecimiento, tenemos que endeudarnos o vender nuestros activos.
Si bien por el lado del déficit fiscal, la medicina tomada ha sido amarga pero de efecto inmediato, para curar el déficit externo el tratamiento es mucho más complejo, con potenciales efectos secundarios y la cura no depende de un solo actor del mercado.
Podemos afirmar que como sociedad hemos hecho conciencia sobre el déficit fiscal, pero no podemos decir lo mismo sobre el déficit del sector externo.
Con este tenemos dos caminos para afrontarlo. Uno de efecto de choque: devaluando la moneda. Pero ya sabemos las grandes consecuencias colaterales que genera, más aún en estos tiempos que contamos con un mercado de capital con presencia internacional.
La segunda vía es larga, tortuosa, y más sistémica, la cual siempre iniciamos pero no mantenemos de manera estructurada: Se basa en la competitividad y en la capacidad de competir en los mercados internacionales con nuestros bienes y servicios.
Si no deseamos una cura de choque y la otra vía toma tiempo, nos quedamos por el momento con los paños tibios, lo que en la economía se traduce en tasas de interés más altas.
Pero en lo que llega el 2013, con la reforma y posibles aumentos en las tasas de interés, disfrutemos este cierre del 2012, que si la actividad es sinónimo de tráfico en la calle, la cosa esta buena. l