En una parte de su rendición del cuentas, el Presidente Danilo Medina mencionó todo aquello que le falta por hacer. Esto me hizo reflexionar sobre las múltiples y variadas necesidades de una sociedad en vías de desarrollo y del enorme reto y responsabilidad que representa la satisfacción de las mismas, tanto para el Gobierno como para sus propios miembros. Una familia, una empresa, un gobierno, una nación deben estar en constante transformación para suplir exigencias siempre crecientes.
Más que nada, pensaba en la educación. Durante la gestión del Gobierno actual, la construcción de escuelas, la tanda extendida y proporcionar desayuno y almuerzo a los estudiantes, han sido prioridades. Con la construcción de más de 10,000 aulas, la escuela se ha acercado y hecho más accesible a niños de comunidades alejadas.
Sin embargo, es mucho el trabajo que queda por hacer. Necesitamos un sistema con mejor calidad y con maestros mejor preparados, encaminados a la formación de ciudadanos con las competencias necesarias para las exigencias del siglo 21.
En aspectos básicos como matemáticas y lectura, los resultados de pruebas estandarizadas para medir niveles educativos han registrado, por años, que la República Dominicana está en los últimos lugares entre otros países del área. Ha sido tan grave el problema, que en ocasiones nuestras autoridades se han negado a participar en estos estudios. Estas mediciones son imprescindibles porque lo que no se mide no se conoce, y por tanto, no se puede cambiar.
La semana pasada un gran amigo me hizo llegar el “Tercer Estudio sobre Educación en América Latina”. Los países encuestados, en orden alfabético fueron: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Guatemala, México, Nicaragua, Nuevo León (México), Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay.
Este estudio se hace para distinguir el avance por sexo, y se basa en una medida de 500 puntos. Es bueno saber que para el próximo estudio se piensa elevar la meta a 700 puntos, de acuerdo a lo establecido por la UNESCO y actualmente muchos países no incluidos en este estudio ya sobrepasan los 600 puntos, ninguno de ellos del área de Suramérica y el Caribe. Lamentablemente Latinoamérica es una de las regiones de más atraso en el aspecto educativo.
En el estudio antes mencionado, tanto este año como en el anterior, nuestro país ocupa el último lugar. Sin embargo, hay que resaltar que en el periodo 2006-2013 nuestro país, aunque permanece por debajo de los 500 puntos, registró un gran avance, pasando de una puntuación de 395 a 454.
En la actualidad las sociedades requieren individuos, que además del dominio de destrezas básicas, estén preparados para desenvolverse en un mundo globalizado, en el que el manejo de la información, el dominio de otros idiomas, las destrezas para el manejo de la tecnología, entre otras cosas, son aspectos claves.
De acuerdo a Rafael Toribio, “República Dominicana, la cenicienta de la educación en Latinoamérica, tiene que hacer mucho más de lo que está haciendo, la baja de la calidad de la educación golpea a los profesores universitarios al recibir alumnos de baja calidad, especialmente los que reciben de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) que ha suspendido la Prueba de Orientación y Medición Académica (POMA), una especie de estudio como el comentado que pretende elevar el nivel de los matriculados universitarios.
Situaciones como ésta no la podemos permitir si queremos recorrer el camino hacia el desarrollo y el crecimiento sostenible. La educación debe mantenerse como punto prioritario en la agenda del país. Afortunadamente, muchos sectores del país, además del Gobierno, son conscientes de la importancia de ofrecer a todos una educación actualizada y de calidad.
Nuestro país tiene muchas limitaciones, sin embargo, hemos demostrado mil veces que cuando nos proponemos algo, somos capaces de hacerlo mejor que los demás. Nuestros niños y nuestros jóvenes nos exigen y merecen un sistema educativo de calidad, actuemos en consecuencia.