Roma cayó como imperio cuando los Bárbaros tuvieron más fe que los romanos. Cuando los romanos dejaron de ser y dejaron que otros hicieran por ellos. Cuando los poderosos romanos se olvidaron que los gobernados también existían. Estas ideas están representadas en una exposición en el museo Capitolino en Roma, allí se presentan más de 200 obras que reflejan un periodo de turbulencias y un mundo en cambio que hicieron caer las propuestas originales del sistema y cultura de la Roma imperial.
Grecia, Roma y el judeo-cristianismo son nuestra cultura y la fe de la gran mayoría de nosotros. Esa cultura y esa fe están siendo bombardeadas en muchos flancos, no sólo por el Islam; pero es éste último quien con más espectáculo de terror degüella hombres y destruye el patrimonio cultural de la humanidad. Hay una guerra declarada y nos encuentra en mal momento. Mal gobernados y sin fe.
“¿Me veré obligado a mendigar?”, “¿Cobraré mi sueldo?” o “¿me convertiré en esclavo?”, eran las preguntas frecuentes que hacían los romanos de esa época a sus oráculos y pitonisas. Esa angustia que también hoy aterroriza a millones y millones de occidentales abrumados por sistemas capitalistas o comunistas que se han enroscado en sí mismos y se han olvidado del hombre, del ser humano para quien deben crear y dar riquezas materiales y espirituales. Estamos en una nueva edad de angustias. En una crisis permanente que el papa Benedicto XVI, en 2010, se refirió a ella diciendo “la crisis que vivimos es la que vivió el Imperio Romano”.
La mayor transformación en la Roma Imperial se debió al cambio en la interpretación de la realidad y, sobre todo, a la manera en la que los que detentaban el poder usaron ese poder para mantenerse cueste lo que cueste. Cueste lo que cueste, ese gran error de quienes detentan o merodean el poder, que los obnubila y los hace perder todo sin apenas darse cuenta de la caída al vacío que iniciaron cuando se creyeron imprescindibles. Me recuerda a los ricos venezolanos anteriores a Chávez.
Los degolladores, los hombres del Islam sanguinario, esos bárbaros que han erigido un remedo de Estado, serán vencidos por la cultura occidental; porque aunque son buenos terroristas, son malos seres humanos y peores soldados. Serán vencidos porque las banderas negras que se divisan en el frente de batalla que indican donde se encuentran sus ratoneras, están plantadas en zonas repletas de civiles; y nadie puede ganar convirtiendo a los civiles, sobre todo a niños, en escudos humanos. Serán vencidos porque la barbarie religiosa ya no es posible, aunque hasta algunos católicos crean lo contrario.