Hace unos meses el presidente de la República le dijo a unos simpatizantes de su partido que no se preocuparan por el resultado de las elecciones, pues el Gobierno disponía de 40,000 millones de pesos para la campaña, lo cual garantizaba el triunfo del partido oficial. Algunos pensamos que se trataba de un golpe de efecto para levantar el ánimo de sus seguidores, pues un gobierno que se maneja con un altísimo déficit fiscal, no puede darse el lujo de gastar esta suma sin poner en peligro la estabilidad presente o futura de nuestra economía. Parece que nos equivocamos, pues aunque el Gobierno todavía no ha publicado las últimas cifras del gasto público, todo parece indicar que se está cumpliendo con lo que anticipó el Presidente, a juzgar por el ritmo que ha tomado la inversión pública. Los resultados perniciosos de esta decisión pronto los veremos.
Por ejemplo, en los últimos 12 meses, el incremento de la deuda del sector público no financiero fue de aproximadamente 2,130 millones de dólares, lo que equivale a unos 83,000 millones de pesos, sin incluir la del Banco Central y otras instituciones financieras oficiales. Este impresionante incremento tampoco incluye la deuda con contratistas y suplidores del Estado, ni tampoco la de la CDEEE. Para que se tenga una idea del monto que podrían alcanzar las dos primeras, bastaría con señalar que, en base a un subterfugio contable, el Banco de Reservas financió directamente a los mismos por un monto de aproximadamente 24,600 millones de pesos, dentro del citado período.
Para poder llevar a cabo una expansión del gasto público de esta dimensión, el Gobierno decidió que no le convenía seguir bajo la tutela del FMI porque esta institución no le hubiera permitido un aumento del gasto de la magnitud que se ha producido en los últimos meses. Por esta razón el Gobierno decidió terminar anticipadamente el acuerdo firmado en el 2009.
Sin embargo, para evitar los potenciales efectos desestabilizadores que tiene este aumento desmedido de la deuda pública, el Banco Central se vio en la necesidad de perder en los primeros 72 días del año, cerca de 860 millones de dólares de reservas internacionales, lo que equivale a sacar de circulación unos 33,500 millones de pesos. En adición, el Banco Central también ha tenido que estirar aún más la ya tensa soga, al aumentar en los últimos días en unos 10,000 millones de pesos la emisión de certificados, con lo cual la deuda de esta institución con los tenedores de dichos valores ha llegado hasta los 248,700 millones de pesos, suma que algún día habrá que pagar.
En conclusión, el Gobierno ha preferido hacer todo lo posible para que el candidato oficial gane las elecciones, pero serán las próximas autoridades electas las que tendrán que cargar con las repercusiones de este reprochable comportamiento.