El cielo se llenará de drones más temprano que tarde. La tecnología que ha hecho posible esos pequeños aparatos no se detendrá y cada día que pase serán más sofisticados, eficientes y “necesarios” para la vida y sociedad que nos estamos construyendo. En poco tiempo seremos como los Jetsons (supersónicos). El Vaticano ya está preparando sus defensas contra un ataque al Papa con drones, de hecho en su periódico se habla de esa posibilidad “…el único temor es que algún afiliado europeo (a la yihad del Estado Islámico) prepare, por emulación, una acción clamorosa aislada, utilizando acaso un dron sobre la Plaza San Pedro durante una audiencia. Por el momento, el peligro no es el de los grandes atentados, sino la atomización de la subversión”. Si lo teme la Iglesia Católica, esté usted seguro que algo hay.
Un dron es un vehículo aéreo no tripulado, también llamado VANT. Existen muchos modelos, pero hay dos variantes básicas que son los controlados desde una ubicación remota, y otros que vuelan de forma autónoma sobre la base de planes de vuelo preprogramados usando sistemas complejos de automatización. Ya los militares han permitido el uso de los drones a los civiles, probablemente ellos habrán conseguido algo más sofisticado. Los militares lo usan porque dan la posibilidad de uso en áreas de alto riesgo o de difícil acceso y porque no requiere la actuación de pilotos en la zona de combate.
Tendremos drones entregando pizzas, libros, revistas por suscripción, paquetería pequeña y casi seguro que pronto oiremos denuncias sobre drones que espían a políticos, a adúlteros o a competidores comerciales e industriales. También tendremos un cielo congestionado de drones que nos irán quitando la belleza de mirar el firmamento. Lo que es posible, en tecnología, termina fabricándose antes o después. Y por ley de mercado, en versiones más o menos sofisticadas.
Al temerario delivery en moto destartalada, haciendo Willis y arriesgando la seguridad de peatones y conductores, le queda poco tiempo de actividad laboral. Los drones le sustituirán y bien dirigidos, no se perderán a la hora de entregar la pizza. Será salir de una “plaga“ para entrar a otra peor. Además de mandar e-mail por el celular, mandaremos notitas y algún pastelito o refresco por nuestros drones personales.
No existe una estructura legal para controlar a los drones. Veremos al Departamento Aeroportuario tratando de sacar ventajas y prohibiendo a unos su uso y, permitiéndolo a sus allegados, sin control. Por lo que no podemos esperar el uso abusivo de los drones por quienes controlan todo, habrá que ir pensando en regular su uso. No nos pueden quitar el cielo, también.