¿Qué decir del la presentación de Dralion del Cirque du Soleil en Puerto Rico? Pongámoslo así, si no compraste tu boleta, aún creerás que ver osos polares o tigres de bengala es lo máximo. Pero si tuviste el gran acierto de tener un asiento en una de las funciones que desde el 27 y hasta el 30 tendrán en el Palacio de los Deportes, entonces acabas de anotar un hit, sal al establecimiento más cercano y dile que te la den bien fría, porque sin duda debes celebrar que no estarás fuera.
Señores, esta gente no puede ser normal, de hecho, estoy seriamente pensando que a muchos de ellos los inventó Pixar y no son más que caricaturas de plastilina simulando seres humanos. Lo primero es lo primero, garantizarnos risas, por eso el espectáculo comienza con los payasos. No piense en esas coloridas pelucas, chillones maquillajes, la nariz roja y usan exagerados zapatos. Estos personajes se burlan del público, de ellos y cuando ya no encuentran de qué más hacerlo, entonces parodian el mismo espectáculo.
Hay que señalar que no es un espectáculo corto, esta vez, el circo se extendió por casi dos horas y media, pero cuando usted vea su reloj pensará que está dañado, porque no entenderá en qué momento pasaron.
El tema de la vida se deja entrever de una forma llana, sólo visual. Pero no es el único, los cuatro grandes elementos que la componen están presentes en cada escena, cada cual a su tiempo y quedando claros para el espectador a través del vistoso colorido de sus trajes.
Así que podrá ver como el elemento aire queda en evidencia mediante el azul, mientras que el verde muestra el agua, indudablemente el fuego tenía que ser un baile salpicado de mucho rojo y un ocre tendría a su cargo la tierra. Luego están los diferentes símbolos propios de la milenaria cultura oriental, los temidos dragones, que tradicionalmente han simbolizado el Este y el león, a quien se le ha atribuido el Oeste. Es también esa lucha del hombre y la naturaleza, tratando de armonizar, ser uno y a la vez encontrándose enfrentados.
Este es un espectáculo, que es la primera vez que pisará suelo criollo, no se trata de un circo cualquiera en el que solo se ven malabares, acrobacias, trapecistas y contorsionistas. Cirque du Soleil es mucho más que eso, es toda una cultura, es un espectáculo de danza, de teatro, de música, de mezcla de culturas, puesto que su repertorio incluye canadienses, argentinos, españoles, australianos, chinos, japoneses, húngaros, rusos, bielorusos, estadounidenses y brasileños. En definitiva, Du Soleil no es UN circo, en realidad es EL circo, porque luego de éste ver otro que no tenga su sello, sería casi un sacrilegio.
Tal vez cuando estabas pequeño crees que te la comías saltando la cuerda, y hasta algún concursito granaste, pero échate con uno de los chinos de Dralión, literalmente esa gente se pasó. Pero los aros no se quedan atrás, nada de perritos brincando por entre las grandes argollas, aquí son personas que los atraviesan. Y qué decir de la apertura, el equilibrio y balance expresados en la piel femenina, no sabía que una mano pudiera aguantar tanto peso y a mí que me cuesta sostenerme en mis dos pies.
Definitivamente hay que verlo para creerlo y escucharlo también, porque si bien es cierto que los performances son apoteósicos, no menos cierto que la banda de música y las voces en vivo por momentos te hacían pensar que aquello no era real, que de un instante a otro saldría el Sombrero Loco, el conejo blanco, la oruga, el gato y Alicia buscando una salida de aquella locura.