El uso de compañías offshore, en paraísos fiscales, o en países donde hay secreto bancario no es algo necesariamente ilegal, y la mayoría de las cuentas no son ilegales; no lo son porque las leyes que han hecho los que controlan esos mercados, y los que controlan los países de donde provienen los fondos han hecho que sea así. ¿Dónde está el problema? En la cantidad de dinero que anda por ahí en mano de políticos corruptos, de empresarios corruptos, de delincuentes legales, de jueces y fiscales, de militares y policías de todos los rangos pero con fuertes vínculos con quienes tienen tanto dinero que ni siquiera saben lo que tienen, ni dónde lo tienen.
Los papeles de Panamá, en donde más de una docena de líderes mundiales vigentes en estos momentos, y más de 150 políticos de casi todo el mundo, junto a sus familias, los muestran registrados como poseedores de cuentas en bancas y países especializados en esconder el dinero que no se sabe su procedencia, pero que todos sabemos que proviene de la avaricia, de la angurria como diríamos aquí, de la falta de ética, de moral, de formación en humanidades, del miedo a que se lo quiten porque piensan que los otros son iguales que ellos. De no querer pagar impuestos donde han hecho sus fortunas para que los otros trabajen y paguen impuesto por ellos, así esos países sobreviven y ellos siguen sacando dinero a sacos sin contribuir con la parte que le corresponde.
Es tal el dinero que le sobra a los que no tienen límites en su avaricia que ya ni los bancos quieren pagar interés por el dinero que se deposita, porque el dinero sin invertir sobra por todas partes. Es el dinero de la usura, del robo, de la deshumanización del hombre. Es el dinero que genera la pobreza que arropa países, ciudades, barrios, casas, y los estómagos de los que se van a dormir quizás sólo habiendo comido en todo el día un frikitaki, pan con mortadela adulterada y tomate medio podrido.
¿Cómo Vladimir Putin puede estar asociado a dos mil millones de dólares en cuentas oscuras? De la misma manera que están asociados aquí Leonel Fernández y su bolsillito derecho Félix Bautista. La política y los negocios se han hecho una sola bola de excremento que está arropando todo; que nos llevará, junto a ellos, al albañal final en que sólo ellos se merecen estar. Sólo hay que ver los carteles de esta campaña política y veremos ese deseo excesivo por la búsqueda de riquezas, estatus y poder que mentalidades sin riquezas espirituales desarrollan a través de la política.