El Partido de la Liberación Dominicana se enfrenta al dilema de decidir entre dos tipos de reelección: la diferida para intentar darle nuevamente el poder al expresidente Leonel Fernández y la consecutiva del presidente Danilo Medina, para lo cual se necesitaría una reforma constitucional. El requisito de una reforma para sustentar esta última no es más que el resultado de una reforma anterior cuyo objetivo real fue prolongar indefinidamente la carrera presidencial del señor Fernández.
La primera está ensombrecida por un alto nivel de rechazo y denuncias de oscuros vínculos con el narcotráfico y dejaría todas las estructuras del Estado al capricho de una insaciable sed de poder y riqueza y a un inevitable autoritarismo, en el caso de que llegara a superar los obstáculos que la hacen la más incierta de sus opciones electorales. La segunda, apoyada en el más alto nivel de aceptación que se recuerde, restablecería el sistema ideal de dos mandatos y nada más, que su antecesor borró de la Carta Magna por efecto de una componenda política.
La reelección del señor Fernández aniquilaría toda oportunidad a quienes dentro del liderazgo oficialista aspiran en la actualidad a ascender al más alto cargo de la República, pues si tres mandatos no le han sido suficientes nadie a ciencia cierta podría predecir cuántos más lo serían. La reelección consecutiva, con una vuelta al sistema estadounidense del que se benefició el expresidente, pondría fin al ciclo de liderazgo actual en el PLD, permitiendo que al final del próximo periodo constitucional, el relevo que allí se gesta se libre de un aborto y el partido finalmente consolide sus estructuras democráticas, al culminar la carrera presidencial del presidente Medina como la del expresidente Fernández. La obsesión del señor Fernández de volver al poder, con todo el lastre que arrastra, lo condenaría a un triste e inevitable final, y dejaría al PLD en la oposición.