Esta semana vino a mi mente una broma que nos hacíamos en la universidad los que estudiábamos Economía. Se refería a que un importante político buscaba un asesor y debía decidir entre un matemático, un contable o un economista. Cuando le preguntó a los dos primeros, cuánto sumaba dos más dos, ambos sorprendidos por la pregunta terminaron respondiendo: sin dudas cuatro. Al preguntarle al economista, este miró a los lados para asegurarse que más nadie pudiera oír la respuesta y dijo: ¿cuánto quiere que le dé?
El Índice Mensual de Actividad Manufacturera, elaborado por la Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD), reportó que durante el mes de septiembre la actividad industrial obtuvo el nivel más bajo desde enero del presente año, luego de haber alcanzado un índice de 59.9 en marzo, para caer en septiembre a 47.3.
Esto se repitió tanto en las micros y grandes industrias. Lo cual demuestra una tendencia y no algo particular para un sector de la industria. La microindustria pasó de un índice de actividad manufacturera de 39.3 a 30.1. Para la gran industria el cambio fue de un 60.3 a un 49.7.
En las industrias con más de doscientos empleados es la primera vez, desde inicios de este año, que el índice de actividad manufacturera reportado por la AIRD baja de 50.
¿Cuáles serían las razones para esta disminución? Algunos dirían que es la resaca típica post-electoral. Sin embargo, las elecciones terminaron hace noventa días y no había ningún tipo de incertidumbre en los sectores productivos, ya que era más que claro la victoria del presidente Medina.
Algunos empresarios consultados opinan que esta disminución puede estar relacionada con los problemas de hace unos días para conseguir divisas y la modalidad que por poco tiempo se creó de las ventas a futuro de los dólares. Esto generó incertidumbre y hasta problemas en la contabilidad de las empresas, ya que aún cuando la tasa oficial del Banco Central era una más baja, la compra a treinta días podía ser de hasta cien puntos mayores.
Otro factor que evidentemente está incidiendo es el cambio que se pretende hacer a la ley de ProIndustria, donde las empresas estarían obligadas a liquidar el 50% del ITBIS en aduana, lo que sin duda impedirá que muchas empresas puedan compensar la totalidad de este impuesto, agregando costos financieros y sin ningún resultado adicional en las recaudaciones, porque lo que se estaría haciendo es adelantar un flujo de ingresos, y a los noventa días la recaudación terminaría siendo la misma. Sin embargo, las preguntas serían: ¿Los empleos seguirán siendo los mismos?, o ¿las importaciones de nuevo serán privilegiadas sobre la producción nacional?
Por otro lado, la afirmación del Banco Central de que la economía generó en tan solo veintiún meses 280,366 empleos, llevan a que nos hagamos algunas preguntas.
Lo primero, no soy de los que desconfían de las cifras del Banco Central. Me inscribo en los que las analizan. Los sectores que vienen creciendo en importancia para generar el importante crecimiento de nuestra economía, han sido minería con un 33.8% e intermediación financiera con un 12%. Estos dos sectores importantes en el crecimiento y pago de impuestos, sin embargo, no crecen en la generación de empleos en el mismo orden que su aporte al producto interno bruto. Construcción, que ha venido creciendo a un ritmo importante, es de todos sabidos la importante contratación de mano de obra ilegal.
Según las mismas cifras del Banco Central, entre los datos de abril del presente y los reportados a septiembre, los empleos crecieron en cinco meses, 109,964. A este ritmo los empleos estarían creciendo más de doscientos cincuenta mil al año.
Si este crecimiento del empleo se da frente a una migración haitiana importante, que sustituye empleos de bajos salarios, y ahora algo de lo cual no se habla, y me sorprendió cuando un amigo me comentó, que luego de poner un buzón para empleos, en un comercio sin anuncios en la prensa, recibió trescientas solicitudes, de las cuales setenta y cinco eran de venezolanos sin residencia.
Llegaríamos a la conclusión de que los ajustes en la economía hay que hacerlos con cuidado, para no disminuir este crecimiento del empleo, frente a una demanda que nos viene de afuera y sin poder contabilizarla por su carácter ilegal.
Pero también que hay que poner atención. Ese mismo amigo me decía que las solicitudes que recibía de los venezolanos, la preparación académica de estos era superior a la de los dominicanos. Estamos en una encrucijada a la cual le hemos puesto poca atención.
La falta de inversión en educación no sólo ha sido una limitación de los gobiernos, es mucho más preocupante en una sociedad que no tiene como meta educarse. Que prefiere gastar en cualquier cosa menos en educación. Las prioridades son la moda, los celulares, los vehículos caros, la exhibición de lo mucho que se tiene, aunque todo esté cubierto por deudas de tarjetas de crédito. La educación queda relegada.
Revisemos cómo poder seguir creciendo y generando empleos como dan los datos del Banco Central, para lo cual hay que tener cuidado con los cambios que se proponen en la economía del país y procurar generar un verdadero frenesí por la educación, que debe ir más allá de la preocupación de cuánto invierte el Gobierno, que sin dudas es una parte, pero también cuánto de nuestros ingresos dedicamos para tener ciudadanos más preparados para poder competir en calidad con otros países.