El dictador coreano Kim Jong-il acaba de morir, gracias a Dios, casi convertido en una momia. El dictador cubano Fidel Castro asemeja una marioneta que con cada movimiento pareciera que se va a romper. Hugo Chávez está más inflado que un pez globo. Pero aún así, esas miserias humanas siguen haciendo daño a sus pueblos y alrededores.
Al igual que Hitler, Mao y Stalin, figuras que lideraron las matanzas más grandes que recuerda la humanidad y que fueron justificadas por ideologías o nacionalismos étnicos. Así, estos nuevos dictadores siguen con mesianismos que arrastran al desastre seguro. ¿Hacia dónde nos está llevando Hugo Chávez? ¿Hacia dónde él cree que está su destino? Quienes ven cercana su muerte recapacitan y tratan de enmendar errores para irse en paz; salvo Chávez, Fidel Castro y Kim Jong-il. Esos tres, a medida que se les acerca la muerte siguen arrastrando a sus pueblos a la miseria, la incertidumbre, a la guerra entre hermanos.
La estulticia del pensamiento de Chávez lo ha llevado a hablar de un bolivarismo que nunca ha existido, ni siquiera Bolívar lo imaginó. La realidad e intereses de la sociedad en que vivió Bolívar no son extrapolables en el tiempo, porque no era una ideología, era una toma del poder local, ante las debilidades de un imperio en decadencia, para que no vinieran otros a quitarles lo ganado a esos criollos con mentalidades de caciques.
El grupo de Chávez, los Castro, Correa, y Evo Morales, ahora aliados con Irán, están haciendo lo imposible para que vivamos en el terror continuo. Vientos de guerra y muertes es lo que resoplan estos personeros, emulando a Fidel Castro que lo único que dejará en Cuba es guerra, muertos y rencores. Es que sólo con la guerra o la continua confrontación ellos pueden mantenerse en el poder. Lección harto aprendida por Kim Jong-il.
El delirio mesiánico de Chávez se desborda, ahora infiltrando iraníes con intenciones siniestras. Con unos fundamentos lógicos inadecuados, incorregibles y con sostenidas amenazas para que los venezolanos y colombianos se maten entre sí. Ya está bien de Fidel Castro, de Chávez. Ya fue más que suficiente de Kim Jong-il; pero no, ahora está la amenaza iraní, que cuenta con otro mesiánico fundamentalista a la cabeza.
Latinoamérica necesita un respiro para ver si de una vez y por todas salimos del subdesarrollo, si de una vez y por todas se instaura la institucionalidad y no los mesiánicos que sólo sueñan con el tableteo de las ametralladoras, o como sueñan los iraníes fundamentalistas, con un bombazo nuclear. Y es que Irán está más cerca de lo que pensamos de llevarnos a una gran matanza nuclear. l