En vista de las conclusiones, los expertos instan a los progenitores a prestar más atención a sus hábitos alimenticios y a los comentarios que hacen sobre la imagen física en presencia de sus hijos.
El trabajo, realizado en el Instituto australiano de estudios de la familia, reunió las respuestas de más de 4.000 menores a una encuesta que les preguntaba sobre la percepción de su físico y el grado de satisfacción con el mismo. Las madres también facilitaron información acerca de los hábitos alimenticios de sus hijos y sus preocupaciones.
De todos los datos recabados, los autores de la investigación observaron que al menos dos de cada cinco niños entre ocho y 11 años querían ser más delgados de lo que les correspondía. A los 10-11 años, la mayoría de ellos hablaba de controlar su peso. Entre los que tenían bajo peso, el 16% de las chicas y del 11% de los chicos ansiaban incluso ser aún más delgados de lo que ya eran. La mitad quería seguir manteniendo su bajo peso.
De los pequeños insatisfechos con su cuerpo, aproximadamente en el 50% de los casos sus madres se mostraban preocupadas por si comían en exceso o poco saludable. Investigaciones anteriores de la Escuela de Medicina de Harvard (EEUU) ya habían visto que los hijos de las madres más preocupadas por el peso corporal se mostraban significativamente más inquietos por su físico.
Un grupo australiano de apoyo para personas con trastornos alimenticios, la Fundación Mariposa, ha recalcado el papel de los padres a la hora de trabajar la autoestima de los pequeños. Según los expertos, a medida que la sociedad se obsesiona más por la imagen, los niños escuchan más las conversaciones sobre la dieta y el ejercicio (…) El Mundo