Ahora que se conoce el elevado porcentaje de jóvenes que no estudian ni trabajan, se puede entender la principal causa de descomposición social generalizada que se registra en gran parte del país.Basado en estudios conocidos, el ministro de Trabajo, Francisco Domínguez Brito, dijo que el citado mal alcanza el 34 por ciento de la población juvenil.
Tras externar su preocupación por esa realidad, el funcionario anunció que se propone impulsar un proyecto sobre capacitación que se ejecuta en el país desde hace unos diez años y que se denomina “juventud y empleo”.
Ese proyecto es dirigido por el Ministerio de Trabajo y cuenta con el apoyo del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. Ojalá ese propósito llegara a materializarse, porque contribuiría al rescate de muchos jóvenes que hoy en día deambulan por la ciudad con el frustrado anhelo de conseguir trabajo.
El desempleo y la falta de capacitación de nuestros jóvenes constituyen una peligrosa amenaza de descomposición social para el futuro dominicano. Y es que la precaria situación económica que hoy vive el país, agravada por el gran desempleo existente, constituye un peligroso estímulo para que muchos de nuestros jóvenes pobres puedan caer en la delincuencia.
Sería oportuna una reacción gubernamental que permitiera crear nuevas fuentes de empleos y de capacitación donde la juventud, sobre todo los más pobres, pueda ganarse el diario sustento de los suyos de una manera honrada.
En consecuencia, hay que propiciar la creación de nuevos centros de capacitación donde los jóvenes puedan adquirir conocimientos que luego les permitan integrarse a la labor productiva.
En esto jugarían un gran papel las escuelas vocacionales o de formación técnica. Podrían contarse por millares los jóvenes egresados de esos y otros centros educativos de formación técnica que gracias a ello, han escalado cimeras posiciones en importantes empresas, principalmente del sector privado.