Hemos visto el comunicado publicado por el Instituto Dominicano de Seguros Sociales (IDSS) en El Nacional de ayer bajo la firma de su director César Mella Mejías, con una carta dirigida al presidente de la República Danilo Medina y la copia de otra que el presidente del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) Miguel Vargas Maldonado le dirige al médico y dirigente de esa organización.En su carta a Mella Mejías, Vargas Maldonado le informa que va a “disponer del cargo que Usted ostenta como director del IDSS, para que otro compañero lo ocupe”. El propósito es darles la mayor participación posible a las “compañeras y compañeros del partido, siempre y cuando estos cuenten con la preparación y las condiciones necesarias para desempeñarse con eficiencia y honestidad en las funciones públicas”.
Asimismo, le recuerda que adopta esa decisión en virtud del acuerdo suscrito por el PRD y el PLD sobre un “Acuerdo de Gobierno Compartido de Unidad Nacional” para garantizar la participación de los perredeístas en el mismo.
No hay que decir nada para que se entienda que esa comunicación ha debido desconcertar al director del IDSS, y al conocerse ahora, imaginamos que a medio país. Asimismo, desdice del presidente del PRD y canciller de la República. Sugiere también que no existe comunicación entre él y Mella Mejías. Más todavía, que una cuestión de Estado pueda plantearse en esos términos, como si los cargos públicos fuesen propiedades de los partidos y de los dirigentes.
Como bien señala el director del IDSS en su carta al presidente Medina planteándole tan extraña situación, en cualquier caso su salida debe ser decidida por el Poder Ejecutivo, que lo encarna él y no un dirigente político.
No se entiende cómo Vargas envía esa carta. Sustenta abiertamente una visión acerca del poder público como agencia compensatoria por servicio político. Falta ahí un mínimo sentido de prudencia.
Desde cualquier perspectiva, el caso coloca al presidente Medina en una situación incómoda.
Supone también un rompimiento del director del IDSS con el presidente del PRM y devela un lastimoso caso de cómo la política deviene en un medio de vida, más que de servicio público.
Penoso y desconcertante.