En el Partido de la Liberación Dominicana se está dando el fenómeno que en la pasada campaña electoral sepultó la posibilidad de que su rival, el Partido Revolucionario Dominicano recuperara el poder. Y el caso se repite con igual intensidad e irracionalidad, con el presidente de la organización, Leonel Fernández, oponiéndose a una reforma constitucional que permitiría al nuevo líder del partido, el presidente Danilo Medina, postularse a un segundo mandato presidencial consecutivo.
La experiencia en el PRD, con su presidente Miguel Vargas, renuente a aceptar el triunfo de su rival Hipólito Mejía en la disputa por la candidatura, terminó dividiendo al partido con la consiguiente y lógica derrota electoral. La oposición del señor Fernández a la candidatura del presidente Medina podría tener idénticas consecuencias, frente a un candidato como Luis Abinader, en capacidad de estructurar una sólida alianza opositora. La actitud de Fernández riñe con la lógica, pues las encuestas resaltan su enorme y creciente tasa de rechazo y su eventual candidatura estaría llena de riesgos, según todas las encuestas, las que también señalan al presidente Medina como un favorito en todos los escenarios electorales.
En el caso del PLD resulta más insólita la situación, por cuanto la obstinación del señor Fernández lo ha empujado a romper con las reglas y la tradición de su partido, que lo obliga a sumarse a la decisión de la mayoría en el Comité Político, que él preside. El argumento que todo allí se aprueba por unanimidad no es del todo cierto, porque esa unanimidad siguió siempre a la aceptación por la minoría del voto de la mayoría, con lo cual se alcanzaba aquella. En un gesto de nobleza política, Fernández podría mostrar su liderazgo enfrentando a Medina, tal como este hizo con él en las elecciones del 2008. Pero su delirio de poder, podría haberle nublado la razón arrastrando con él a sus seguidores.