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Pasó lo peor de la pandemia y después del desembolso público global llegó la recuperación más rápido de lo que se pensaba. Esto paradójicamente ha conducido a un cuello de botella logístico con buques de carga esperando frente a puertos superados por el repunte del comercio internacional. Además, China se ha vuelto a cerrar en parte ante la reaparición de contagios.
Y la guerra. Después de la anexión de Crimea por parte de Rusia y la guerra larvada en el este de Ucrania en el 2014, la invasión a gran escala se veía venir, aunque Vladimir Putin lo estuviera negando mientras sumaba tropas en la frontera y cuestionaba el derecho a existir de su vecino. Cierto es que desde la caída de la URSS la OTAN no ha hecho más que posicionar misiles y tropas cada vez más cerca del territorio ruso, un negocio arriesgado.
Rusia es uno de los mayores productores de petróleo y gas del mundo. A nivel alimentario, tanto Rusia como Ucrania son gigantescos graneros que proveen de cereales a medio mundo. Además, el gigante ruso es el primer exportador mundial de fertilizantes. Consecuencias: problemas de abastecimiento energético y alimentario, con alzas en los costos de todo tipo de mercancías.
Todos los países sufren, pero cada uno lo hace a su manera. Aunque RD crece por encima de la media de la región, es especialmente vulnerable por diversas razones: tiene un débil tejido industrial, está desplazada en las grandes cadenas de distribución y tiene grandes áreas de mejora en capital humano y en la sostenibilidad ambiental.
RD ha de refuerzar el sector agropecuario para ganar soberanía alimentaria. También avanzar en la mejora de la competitividad mediante la capacitación y la transformación digital. La brecha de productividad de un dominicano medio respecto a otros trabajadores de países más desarrollados es amplia. Un trabajador bien capacitado es más eficiente, adaptable y comprometido, siempre que los incentivos y la cultura empresarial acompañen.
La crisis climática y las sanciones al petróleo y gas ruso hacen más urgente la transición energética hacia modelos más sostenibles y menos dependientes del exterior. Por otra parte, las enormes carencias en reciclaje de residuos en RD deben corregirse para reconvertir desechos en materias primas y no solo exportarlos haciendo que otros sean los que se queden con el valor añadido de la manufactura.
También debe RD buscar un mejor posicionamiento en las cadenas de suministro y distribución, que sus puertos y aeropuertos atraigan más importaciones sin pasar por otros intermediarios que priorizan sus propias necesidades en casos de crisis. Se está en ello, pero aún queda trecho por avanzar.
Y en el plano político, reforzar la gobernanza. Eliminar de raíz la corrupción, mejorar el nivel técnico de los funcionarios, tomarse en serio la participación ciudadana y coordinar de manera más eficiente los diversos departamentos gubernamentales y sus recursos.
Ganar resiliencia en suma, ese es el reto. No abandonemos esa tarea.