El presidente Danilo Medina va a la reunión del Comité Político de mañana con todas las de ganar, apuntalado por su popularidad en el seno de la población y el viraje favorable en su organización, tanto, que los precandidatos declarados lo apoyan ante un eventual intento por embarcarse en la tarea de modificar la Constitución de la República para optar por la reelección presidencial.
Pero ganar qué, se preguntarán, porque no ha estado a la vista que el presidente Medina esté interesado abiertamente en modificar la Constitución, aunque habría que deducirlo del afán de sus seguidores por mantener el tema en agenda e incluso presentarlo a la reunión del Comité Político, con el objeto de que el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) lidere la gestión para reformar la Carta Magna.
En cualquier caso, la reunión del Comité Político ofrecerá el escenario que permitiría al Presidente expresar sus ideas sobre el momento actual y el futuro del PLD. Como líder político, pese al entorno favorable, dentro y fuera de la organización, carga, sin embargo, con la grave responsabilidad de garantizar la integridad partidaria y la continuidad de su partido en el poder.
Y quizás se encuentra en el momento más adecuado, ahora, porque dejar que pase el tiempo sin definir su posición, podría conducir a su partido a una situación diferente, toda vez que la indefinición podría provocar un deterioro entre los aspirantes presidenciales declarados y brutalmente en la imagen del expresidente Leonel Fernández, sometido a toda clase de ataques desde que dejó el poder, a veces sobreestimado por sus adversarios o subestimado por sus propios compañeros.
Con el expresidente cada vez más atacado, cercado, con sus propios compañeros que aspiran a la Presidencia de la República jugando a las veleidades, el panorama podría tornarse incierto, aunque pocos lo perciban, como si el país fuera a estar permanentemente a sus pies, en un mundo donde se acentúa cada vez más la tendencia al cambio. América Latina es un crudo ejemplo de eso, ahora mismo. Los destapes en América del Sur y andina son más que indicadores.
Si el presidente Medina finalmente mañana da aquiescencia al movimiento de gestión de reforma de la Constitución, abre un capítulo nuevo en la vida del PLD con sus imponderables. Hasta ahora parece expedito su camino a la reelección, pero habría que ver cómo se ejecutará la reforma, no por la resistencia aparente de los legisladores que respaldan al expresidente Fernández, sino particularmente por las matrículas del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y Partido Revolucionario Moderno (PRM), tenidos a menos, “propensos a compras” por migajas de pan de hostias.
Habría que considerar cómo quedaría la imagen del Congreso, la del propio presidente Medina metido a reeleccionista, con un equipo de cabilderos entre congresistas. El costo ético de una reforma a contracorriente en el Congreso, en un país altamente sensible frente a las denuncias contra la corrupción y una campaña contra la impunidad que han motorizado hasta colegios privados y un abanderado singular, el embajador de los Estados Unidos. Es decir, el análisis debe considerar el alcance de los daños colaterales.
Hacia el interior del PLD también habría que analizar el efecto de Leonel Fernández liquidado, con sus fortalezas y debilidades a cuestas.
¿Y si el presidente Medina dijera que no a la campaña de reformar la Constitución?
Desde esa perspectiva sería su gran victoria política y moral, toda vez que se elevaría como un hombre desprendido, al cual le brindaron la oportunidad de quedarse en el poder, en bandeja de plata, y la rehusó.
Al mismo tiempo, el presidente Medina no cargaría con el costo político de una reforma a contracorriente y pasaría a constituirse en paradigma de la institucionalidad y la continuidad democrática, propiciando la alternabilidad en el poder.
Ese lado bello que no comulga con la lógica del poder constituye una oportunidad: la de mostrar el desprendimiento de un hombre que con todas las de ganar prefirió someterse al rigor de la Constitución con la que fue elegido.
Cumpliría su palabra de rechazo a la reelección y su declarada actitud de no obstaculizar a nadie.
A fin de cuentas, sólo quedaría comprometido con su obligación de trabajar para mantener a su partido en el poder y cumplir su misión como líder y estadista. Y finalmente, dejaría muy claro que está libre de toda versión que le atribuye responsabilidad en la erosión de la imagen del presidente del partido.
Los detalles no manifiestos de los compromisos que podrían lograrse mañana formarían parte de un gran acuerdo político, definirían los términos, alcances y perfiles de una nueva etapa del PLD en el poder. Los peledeístas estarían construyendo un nuevo camino que sólo ellos podrían saber hacia a dónde conducirá… Danilo tiene todo a su favor para modelar la nueva ruta.