A cuidar nuestro torneo

En este país siempre echamos la culpa a las autoridades. Nadie se detiene un momento a pensar que si todos cumplieron las leyes, aún cuando nadie nos esté observando, daremos pasos gigantes hacia el desarrollo. Siempre los culpables son los que…

En este país siempre echamos la culpa a las autoridades. Nadie se detiene un momento a pensar que si todos cumplieron las leyes, aún cuando nadie nos esté observando, daremos pasos gigantes hacia el desarrollo. Siempre los culpables son los que gobiernan, los que organizan, pero pocos reflexionamos sobre la gran culpa que tenemos, por omisión o por acción.

No crean que este es un artículo político. No se dejen confundir por la palabra “autoridades”. Escribo esto por lo que sucedió el viernes en el Palacio de los Deportes en el marco del torneo de baloncesto distrital.

Un juegazo entre Mauricio Báez y el Rafael Barias, un match entre Villa Juana y Villa Consuelo, dos de las barriadas más populares de la capital. Todo iba a pedir de boca. La mejor asistencia del evento, un duelo que se fue a dos tiempos extras, en fin, un manjar para los amantes del buen baloncesto.

Al final, todo quedó deslucido porque a un grupito le dio la gana de “celebrar” como neandertales, como primates, lanzando objetos a la cancha. El certamen hoy en día tiene buenos directivos, clubistas incluidos, y buenos organizadores, pero lamentablemente nos hace falta un público decente, con clase, con educación.

¿Por qué dañar lo que tanta gente quiere reparar? ¿Por un capricho? ¿O simplemente porque usted no se sabe comportar?

Hay que dejar eso atrás, en el pasado, como parte de lo que no se debe repetir. La gente culpa a las autoridades cuando los culpables somos nosotros que no somos capaces de preservar este certamen.

Muchos suelen olvidarse de los jugadores. Es cierto que el baloncesto es un juego físico, que la presión existe, que cuando se está en ese rectángulo muchas cosas se olvidan, pero el jugador que acciona en este torneo debe poner el ejemplo en la cancha y dejar de ser el combustible que enciende de mala manera a la fanaticada.

Los jugadores deben saber que si ese certamen desaparece entonces ellos se perderán de una fuente de ingreso más, por mucho o poco que sea el dinero que se ganan.

Es decir que, sin temor a equivocarme, ellos son y serán los grandes perdedores si eso llega a suceder. Nadie quiere eso. Me imagino que ustedes tampoco, jugadores.

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