Sectores variopintos se sienten muy preocupados por el futuro del país, convencidos de que se incuba una “crisis institucional” de grandes proporciones que amenaza la gobernanza.Para esos sectores resulta inadmisible que un solo partido controle todos los poderes del Estado.
Les inquieta que los jueces de las “altas cortes” sean escogidos por una sola organización; creen que se deben modificar los procedimientos, de modo que haya equilibrio y se escojan personas “independientes”.
Para que se materialice ese propósito habría que crear un ambiente favorable, de modo que la Nación tenga comprensión cabal de lo que según ese parecer es de una gravedad absoluta, un peligro para el futuro democrático.
Ese parecer concuerda con el temperamento predominante entre los partidos perdedores de las pasadas elecciones que no reconocen su derrota o el triunfo del presidente Danilo Medina sobre el predicamento de que fueron víctimas de un fraude a base del uso masivo de los recursos del Estado. Por lo que la victoria del PLD es espuria. En consecuencia, el gobierno es ilegítimo.
Son perceptibles estados de irascibilidad, que no se relacionan con la actitud comentada. Quizás está referida a la inocultable inseguridad que sufre el pueblo dominicano. Y esa actitud no se puede interpretar como un ánimo levantisco en la población. La inseguridad es un mal de todos que ha puesto de rodillas a las autoridades y eso no puede ser confundido como expresión de condiciones subjetivas alimentadoras de un discurso en pro de una pretendida desobediencia civil.
Quienes no comprenden lo ocurrido el 15 de mayo parece que no estaban en el país hace cuatro años, cuando la oposición entró en un desguañangue del cual sólo es culpable ella misma. Ese proceso constituyó el prolegómeno del resultado electoral.
Deben tener cuidado con discursos y sueños. Las elecciones, al margen de las dificultades conocidas, parieron unos resultados según los cuales han sido elegidas las nuevas autoridades nacionales, que jurarán el 16 de agosto.
Quienes no están satisfechos con esos resultados o están cansados de los gobernantes reelectos, deben empezar a trabajar constructivamente, sea para mejorar las instituciones o para ganar el próximo torneo cívico del 2020.
Lo otro es alentar el desorden para cosechar frustraciones.
Cuidado.