Hace poco tiempo escribí sobre el tema del tránsito. Lo peligroso que se había tornado conducir en nuestro país y recibí un comentario en Twitter que decía: “Eso lo sabemos todos”.
Hoy estamos consternados por el trágico accidente en la autovía de Samaná. Me pregunto si de nuevo alguien se atreverá a decirme que eso lo sabemos.
Es el desorden del tránsito algo que hemos llegado a aceptar como “las cosas de los dominicanos”, al igual que el ron, la cerveza, la pelota y la política.
¿Quiénes tienen la culpa del desorden? ¿Son las autoridades? ¿O somos todos?
Como en ocasiones anteriores, no busco culpables, sino soluciones. Pretendo crear la preocupación que genere un cambio frente a los múltiples accidentes que las imprudencias del tránsito generan a diario en nuestro país. Empezaría por decir que las autoridades han perdido respeto y de esto no son sólo ellas las culpables. Vivimos en una sociedad de colindancias, todo el mundo tiene un amigo o un padrino. Todos exhibimos una tarjeta o un número de celular a quien llamar cuando violamos las reglas de tránsito de cualquier índole.
Todos quedamos escandalizados por la actitud de un joven agresivo que públicamente maltrató de palabras y físicamente a los agentes de AMET que cumplían con su deber. Incluso, se quiso, sin razón, culpar a un pariente cercano al cual nunca he oído decir nada fuera de tono, pero así son las cosas.
Eso sucede a diario, no se graba, ni se publica en las redes. ¿Cuántas veces un agente responsable del tránsito no habrá oído decir “usted no sabe quién soy”? “¿Usted no sabe con quién se mete?”
Hace pocos días iba con un amigo, quien giró en un sitio prohibido, fue detenido por un agente de AMET a quien yo conocía porque un hermano suyo trabajó conmigo. Al verme decidió no multar a mi amigo, a lo cual yo me opuse y le pedí que procediera porque de lo contrario incentivábamos la desobediencia. Mi amigo no quedó contento, pero finalmente entendió que él, que tanto critica el tránsito, no puede ser el primero en poner el mal ejemplo.
El 911 ha sido un sistema ejemplar. ¿Por qué no hacer un 911 del tránsito? Lo primero, inmunidad del empleo para que el agente del orden no sienta que lo poco que gana lo puede perder por poner multa a “quien no debió”.
Una campaña ciudadana de educación que incluya escuelas y colegios. Exigir, como fue tiempo atrás, que los vehículos estén en excelentes condiciones de seguridad, no en lo que se ha convertido la revista, en un simple impuesto que se vende sin ver las condiciones del vehículo.
Por último, esto es un consejo a los que utilizamos las redes y nuestros medios de comunicación escritos y televisivos. Debe haber un respeto por la familia y por las víctimas de no publicar fotos de los accidentados. Siempre tendremos una sociedad mejor si nos ponemos en la posición del otro cuando hacemos algo. ¿Cómo me sentiría yo de publicarse una foto que invada mi privacidad? ¿Cómo me sentiría yo frente a una fílmica que muestre los despojos de un ser querido?
Dentro de muy pocos días nadie se acordará de las víctimas de la tragedia de la autovía de Samaná. Sólo las familias que han perdido familiares, familias que muchas veces quedan sin quien le proveía el afecto y el sustento, el equilibrio familiar. Familias desajustadas por la muerte repentina de seres útiles, perdidos, fruto de un desorden donde todos somos culpables.
Que las redes sociales se sumen a una campaña de respeto, a una campaña de obediencia a la ley de tránsito. Las redes son un medio potentísimo para hacer cambiar las cosas. Hagámoslo hacia lo positivo. Nelson Mandela decía: “La mayor gloria en la vida no consiste en no caer, sino en levantarnos cada vez que caemos”.
En ordenar el tránsito han sido múltiples las veces que hemos caído. No dejemos de levantarnos de nuevo, pero que esta vez sea para siempre.