He escrito sobre el tema en otras ocasiones, por lo que no me referiré a la persona que muere, pues ésta, fuera del momento de la separación entre el cuerpo y el alma, deja de sentir, de sufrir de preocuparse.
Ha pasado a un estado de reposo y de silencio, del que no volverá nunca más.
En esta ocasión, lo triste es todo lo que esa persona deja en el mundo en que vivió, en especial, en el reducido espacio que compartió con sus seres queridos, lo poco o mucho que logró alcanzar mientras duró su vida, aquellos objetos que más le gustaban, las cosas que disfrutaba, lo que le producía alegría, lo que le entristecía. En fin, un sinnúmero de cosas.
Lo más triste son los seres queridos que quedan desconsolados, pero aún peor es cuando entre esos deudos hay niños, a los cuales es muy difícil explicarles que ese padre, hermano, amigo, ya no volverá, porque se fue para siempre a un lugar del cual es imposible regresar. La muerte, más aquella que llega de forma sorpresiva, inesperada, que no solo se lleva al ser humano, sino que junto a éste arrasa con todos sus sueños, aspiraciones, planes, proyectos, esa es la más terrible. Nadie está listo para ver partir a las personas que ama, sin importar la avanzada edad que tenga, que no pueda valerse por sí misma, que sus fuerzas le hayan abandonado por completo. Eso pasa con los padres y abuelos, a los que queremos tener a nuestro lado por siempre, aunque el deterioro físico y mental en que van cayendo poco a poco, nos vayan alertando de que un buen día se irán a dormir y no despertarán más, pero cuando se trata de una persona joven, llena de vida, sueños e ilusiones, con un futuro promisorio, aquel que está llamado a sepultar a sus padres y no éstos a él, no es fácil de asimilar. Muchas veces no somos felices y sabemos que jamás las cosas serán como deseamos que sean, pero eso no debe hacernos perder la esperanza, ni el amor por la vida. Todos, sin importar, tenemos quien nos ame, alguien que de seguro sufrirá con nuestra ausencia. Es por eso, que además de pensar en Dios y pedirle fortaleza y guía, es importante que, ante la desesperanza y antes de tomar una decisión equivocada, pensemos en el dolor, el vacío y desesperación que dejaremos con nuestra partida, en los corazones de nuestros seres queridos.