Berlín/Leipzig-. La serie de asesinatos neonazis destapada el fin de semana en Alemania generó hoy una ola de críticas a las fuerzas de seguridad y reabrió el debate sobre la ilegalización del partido neonazi NPD.
“Es una desgracia, una vergüenza para Alemania”, dijo la canciller Angela Merkel ante un millar de delegados de su Unión Cristianodemócrata (CDU) en el primer día del congreso partidario en Leipzig. “Haremos todo lo necesario para investigarlo”.
La canciller aludía así a los diez asesinatos perpetrados al parecer por un trío de neonazis en diversos puntos de Alemania desde el año 2000 y destapados este fin de semana, para estupor de un país especialmente sensibilizado con la violencia de ultraderecha.
Con la opinión pública aún conmocionada, Merkel ordenó hoy a un grupo de líderes de la CDU estudiar vías para intentar una vez más prohibir el Partido Nacional Democrático (NPD), una fuerza neonazi con presencia en parlamentos regionales pero que nunca llegó al Parlamento nacional.
La CDU quiere que los gobiernos nacional y regionales analicen a fondo recursos posibles, estudien su viabilidad jurídica y política y “tomen todas las medidas del Estado de derecho contra esta tendencia de ultraderecha”, según un documento al que tuvo acceso dpa.
La idea promete no gustar a todos: en una primera reacción, el propio ministro del Interior de Merkel, el cristianosocial Hans-Peter Friedrich, mostró sus reparos a una prohibición del NPD porque implicaría perder contacto con la ultraderecha.
Menos comunicación “no significa que la organización desaparezca”, explicó, “sino que las fuerzas de seguridad reciben menos información”.
Pero la gran polémica giró hoy en torno a los posibles fallos de las fuerzas de seguridad alemanas, que durante más de una década se mostraron incapaces no sólo de atrapar al trío de neonazis, sino también de relacionarlos con los crímenes que iban cometiendo.
La presidenta del partido opositor La Izquierda, Gesine Lötzsch, habló del “mayor escándalo de la Justicia en la historia alemana desde el fin de la Segunda Guerra”.
También el gobierno se mostró alarmado: “¿Cómo pudo pasar que el trío cometiera estos asesinatos horribles sin problemas? ¿Qué papel tuvieron las fuerzas de seguridad? ¿Hay grupos más grandes de extremistas de derecha?”, se preguntó la secretaria de Estado de Integración, Maria Böhmer.
En el ojo del huracán está la Agencia Federal de Defensa de la Constitución (BfV), un órgano dependiente del Ministerio del Interior que vigila actividades extremistas.
Las sospechas apuntan a que al menos la oficina de Turingia de la BfV utilizó durante años a miembros de la célula neonazi como informantes.
En la vivienda que utilizaba el trío aparecieron documentos “legales ilegales” a los que sólo tienen acceso agentes secretos, según informa el diario “Bild” de hoy.
El ministro Friedrich consideró “muy inquietante” la situación y pidió que la BfV de Turingia “aclare con urgencia” lo ocurrido. Al mismo tiempo, señaló que hasta ahora ahora no hay pruebas de contactos entre el trío y la agencia a nivel federal.
También la ministra de Justicia, Sabine Leutheusser- Schnarrenberger, pidió que se replantee la estructura de la BfV cuando se haya aclarado qué falló en la investigación.
El trío de neonazis es sospechoso de haber matado a ocho inmigrantes turcos y uno griego de 2000 a 2006 y a una mujer policía en 2007.
En su casa de Zwickau, este de Alemania, se encontraron videos en los que reivindican esos crímenes y robos a bancos. La Justicia investiga también si perpetraron el atentado con bomba que en 2004 dejó 22 heridos en un barrio inmigrante de Colonia.
Las fuerzas de seguridad los tenían identificados como miembros de ultraderecha hasta 1998, cuando se les perdió la pista.
Trece años después, reaparecieron a principios de este mes cuando la policía encontró a los dos hombres muertos en una caravana incendiada. La versión oficial dice que se suicidaron después de robar un banco. La mujer se entregó por su cuenta y está detenida.