Crisis y liderazgo

Se escuchan voces en los Estados Unidos quejándose de que el presidente Donald Trump y el Partido Republicano tienen mucho poder. De qué se quejan si eso lo determinó la voluntad soberana del pueblo.Pero es que se habla de irregularidades…

Se escuchan voces en los Estados Unidos quejándose de que el presidente Donald Trump y el Partido Republicano tienen mucho poder. De qué se quejan si eso lo determinó la voluntad soberana del pueblo.

Pero es que se habla de irregularidades fraudulentas en el proceso electoral recién pasado en los Estados Unidos. La diferencia de votos fue de dos millones a favor de Hillary sobre Trump. Eso hace pensar que sí lo hubo; o peor aún, que el sistema electoral es sesgado.

Dicen, y así lo recoge la historia documental, que el propósito de ese sistema electoral del voto por colegios por encima del voto popular, ha sido darle un valor superior al anglosajón que al afrodescendiente. Siempre ha habido queja de ese sistema electoral, pero ahora hay una crisis económica estructural en el sistema económico, creando en Estados Unidos una fuerte recesión y endeudando más y más a ese país.

Pasar de presentarse como la nación propiciadora de la democracia y el sueño americano, a ser un país incierto, hace pensar que su exhibida fortaleza se convierte en un peligroso bamboleo.

No se trata de pronosticar un desplome; absolutamente no, ni siquiera desearlo, cuando un gigante cae mueve con el peso los cimientos. Lo que ocurre en los Estados Unidos no es bueno para ellos ni para nosotros.

Pero es que la vida económica es como la naturaleza, no perdona como en cambio lo hace Dios.

Lo que allí ocurre no debemos celebrarlo. Trump no es Trump, expresa aquella crisis, y él no es solución.

Hace falta un liderazgo mundial que conduzca este proceso; líderes que se atrevan a decir no, cuando es no; líderes que sean capaces de confrontar y siempre, en cualquier circunstancia, dialogar.

La historia universal demuestra que esos líderes asoman y toman el control cuando los acontecimientos se desatan.

Es que el liderazgo es la expresión de una parte del conglomerado humano; no es al revés; no es el liderazgo que hace al conglomerado. Hay quienes piensan que con decirle a alguien líder, lo hacen líder; los líderes influyen en una dirección determinada, cuando son la expresión de la parte del conglomerado que cree que por ahí es; si le creen es porque es confiable.

Lo que finalmente ocurra en los Estados Unidos tendrá un efecto mundial. Si una población perturbada impuso a Trump para mirar y recogerse hacia adentro de los Estados Unidos, lo que va a ocurrir será con resultados no previstos.

Así como surgen liderazgos de personas, también emergen liderazgos de países. Alemania, Inglaterra, Francia y la misma Europa son parte de la crisis creada por sus bancos. Estados Unidos con Trump no podrá, él es un improvisado.

Puede parecer atrevido, pero debemos reflexionar ante esta situación mundial y convenir en que la nación que ha venido preparándose para asumir el liderazgo mundial del futuro es la China Continental.

Ella se ha replegado para reformar su modelo económico y empezar por aprovechar su propio mercado industrializándose. Diseñaron bajar su crecimiento de cerca de 10% del PIB a 6.5%. Crecer tanto y tan aceleradamente tiene sus riesgos.

La China fue potencia mundial antes y hasta la revolución industrial; la India la acompañó esa vez. ¿Está llamada la China a suplir esa crisis de liderazgo mundial? l

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