La responsabilidad social empresarial es un concepto que me ha apasionado siempre, es por eso que pedí la autorización del amigo Franklin Báez Brugal, para compartir con ustedes lo que muchos dominicanos, de forma silente pero eficiente, hacen para mejorar las condiciones de los que más necesitan y menos tienen.
“Bienvenidos a los Premios Brugal Cree en su Gente. Hace ya 23 años de la primera edición de este encuentro con los dominicanos más solidarios. El mundo, nuestro país y nosotros mismos hemos cambiado mucho desde entonces. Solo una cosa se ha mantenido inalterable: las urgencias y las necesidades de la gente.
Vivimos en un país de dramáticos contrastes y de múltiples realidades. Si salimos a la calle ahora mismo y recorremos unas pocas cuadras, podríamos encontrar escenas de un lujo desbordante, comparable con el de los países más ricos del mundo. Si recorremos la misma cantidad de cuadras en otra dirección, podríamos encontrar escenas de una pobreza extrema, comparable con la de los países más pobres.
Esa fue una de las razones que nos impulsaron a organizar este reconocimiento. Queríamos premiar a los dominicanos que más trabajan para transformar la realidad en la que vivimos. Nos proponíamos contribuir a que la obra de los que más se esfuerzan para mejorar las condiciones de vida de su gente.
Durante todo este tiempo hemos conocido a seres excepcionales y, por qué no decirlo, a seres decepcionantes. De los segundos no vale la pena hablar mucho. Afortunadamente los dominicanos buenos son una inmensa mayoría, aun cuando las acciones de los embaucadores a veces lleguen a tener un impacto dramático. Ni siquiera nuestros Premios han estado a salvo de ellos presentándonos proyectos que no existen.
Creo que más de una vez he contado esta historia, sucedió en un intrincado camino de montaña, rumbo a un proyecto que no encontrábamos, nos detuvimos para preguntarle cómo llegar a un campesino que venía a caballo, nos identificamos como de la Fundación Brugal, y sonriendo dijo: “Ustedes son de los que creen en la gente, sigan así que aquí nadie cree en nadie”.
En el transcurso de estos años como miembro del Jurado de los Premios, he tenido la oportunidad de conocer la República Dominicana tal como es. He conocido de muy cerca la pobreza extrema y he visto la esperanza atrapada por los paisajes más desesperanzadores. Creo que ese contacto con la realidad me ha permitido ser mucho mejor persona y a valorar la vida.
En este largo período de tiempo, hemos visto montañas totalmente deforestadas convertirse en umbrosos bosques. Para que ese ‘milagro’ fuera posible, antes fue necesario hacer que comunidades enteras tomaran conciencia de la importancia que tiene proteger el entorno y salvaguardar ese gran tesoro.
Gracias a proyectos ambientales premiados por la Fundación Brugal, grandes depredadores se transformaron en verdaderos ambientalistas. Ese cambio cultural se ha producido también en otros ámbitos de nuestra sociedad gracias a líderes comunitarios, maestros, médicos, artistas y gente común con un corazón fuera de lo común.
Durante estas décadas, hemos comprobado cómo lugares insalubres, con una elevadísima mortalidad infantil, hoy son comunidades donde los niños crecen sanos y tienen acceso a la educación. Así fue como descubrimos que una de las grandes cualidades del solidario debe ser la paciencia y la perseverancia. Eso le permite ir haciendo acciones pequeñas que a la larga produzcan enormes resultados.
Con mis compañeros del jurado he vivido experiencias imborrables. Juntos llegamos hasta comunidades que se encontraban prácticamente a la deriva y que, gracias a la visión de un líder o a la determinación de la mayoría, tomaron las riendas de su futuro, comprendiendo que eran más fuertes juntos que separados.
Más de una vez los escuchamos decir que si hubieran continuado pidiendo y esperando hoy no existirían. Su futuro cambió radicalmente con un simple giro de sus manos. Antes las tenían hacia arriba, esperando a que alguien les dejara caer algo. Después las voltearon y las pusieron a trabajar hasta lograr las cosas con las que siempre habían soñado y creían inalcanzables.
Para que la gente tome la decisión de dejar de esperar a que le den y comenzar a trabajar, hay un elemento que resulta indispensable: la educación. Año tras año hemos insistido en que esa es la mayor prioridad que debe tener nuestro país. Si no educamos bien a las generaciones que construirán nuestro futuro, no estaremos en capacidad de construir el país de bienestar que se merecen los dominicanos.
Esa convicción fue la que movió a la Fundación a construir el Centro Educativo George Arzeno Brugal – Fe y Alegría, donde más de 500 estudiantes tienen acceso a una educación de calidad y con profesores realmente calificados.
Para contribuir con la formación de los dominicanos que se harán cargo de nuestro futuro, también creamos el Fondo Brugal para la Educación, el cual mantiene un ambicioso programa de becas, que hasta la fecha le ha permitido terminar sus estudios a más de 160 estudiantes, quienes lo han logrado alcanzando los más altos índices académicos, habiendo sido beneficiados muchos de ellos con becas de postgrado en las mejores universidades extranjeras.
A propósito de dominicanos extraordinarios, hoy tengo el privilegio de presentarles a nuestra invitada de honor de este año, a quien de manera especial dedicamos esta noche. Una mujer excepcional que ha dedicado su vida a asistir a miles de sus compatriotas con diferentes discapacidades, a través de una institución que fundó hace más de cincuenta años y que se ha convertido en un modelo de eficiencia y solidaridad, dando oportunidades para quienes se les hacía difícil enfrentar la vida.
Esa dama irrepetible no puede ser otra que Doña Mary Pérez de Marranzini y su Asociación Dominicana de Rehabilitación.
Por personas como ella es que la Fundación Brugal Cree en su Gente.
Puedo asegurarles que por ‘la alfombra roja’ de estos Premios han desfilado, durante más de dos décadas, modelos a imitar, tendencias a seguir y obras a replicar. Esos dominicanos deben ser siempre nuestra verdadera referencia de logros y éxito.
Hace 23 años iniciamos este camino, durante ese tiempo algunos compañeros nos dejaron para continuar su obra en el más allá; George Arzeno Brugal, Zoraida Heredia Vda. Suncar, Jottin Cury y José Rafael Puig (Baquiqui), su ausencia se ha hecho sentir.
En lo personal, me he esforzado por contribuir con esta iniciativa que tanto me llena, por lo que me siento bien conmigo mismo. Pero esto no hubiese sido posible sin el apoyo y la colaboración de los miembros del jurado, la cual agradecemos.
Esperamos que esta obra continúe, y que personas con sensibilidad social, con ganas de trabajar, motivación y dedicación, puedan seguir llevando esperanzas a quienes la necesitan”.