Para el obispo de La Altagracia la actual contienda electoral por la Presidencia de la República se desarrolla en forma inadecuada, porque en vez de presentar programas de gobierno y planes para solucionar los problemas nacionales, los líderes políticos pierden mucho tiempo en “discusiones inútiles, que no llevan a nada”. “Yo creo que la campaña no se está manejando como nosotros (los obispos del país) aspiraríamos. Es decir, una campaña política debería manejarse en orden a la discusión de los programas de gobierno”, dice monseñor Gregorio Nicanor Peña Rodríguez. Entiende que los candidatos deberían concentrar sus esfuerzos en presentar al país sus planes en materia, por ejemplo, de formación profesional, de generación de empleos y de desarrollo económico.
Lamenta que, en vez de eso, consuman demasiado tiempo en ataques entre unos y otros, incluso a nivel personal, “en acusaciones, a veces calumnias, y en diatribas y eso no conduce a nada bueno”. Sostiene que la forma en que se desarrolla la contienda exacerba las tensiones entre los militantes y simpatizantes de los partidos políticos. “De modo que pienso que hay que hacer una campaña guiada hacia cuáles son las necesidades del pueblo y las ejecuciones que piensa realizar (cada político) si llega al poder”, indica. “Yo creo también –apunta- que la gente votaría con más conciencia si hiciéramos una campaña así”. Monseñor Peña Rodríguez recomienda además, en este caso a la persona que asumirá la Presidencia de la República el próximo 16 de agosto, que aplique la definición que tenía Santo Tomás sobre la ley. “Santo Tomás decía que la ley es una disposición de la razón para el bien común y promulgada por aquel que se preocupa de la comunidad”, dice.
“Yo diría que la principal preocupación de un Presidente no debe ser sus correligionarios, sus compañeros de partidos, sino que debe ser el pueblo, y dentro del pueblo la mayoría, y dentro de la mayoría los más pobres y los más necesitados que son los más marginados de la sociedad. Que se preocupe porque cada dominicano tenga lo necesario para la vida”, reflexiona.
Corrupción
Monseñor Peña Rodríguez expresa preocupación por los altos niveles de corrupción que se registran en el país. Sostiene que se trata de un mal que se debe tratar de corregir desde abajo, desde la formación de la familia. En ese sentido, recomienda a los padres que eduquen a sus hijos “en la honestidad, en la responsabilidad, en el respeto a los bienes ajenos, a los bienes públicos”.
Sostiene que para frenar la corrupción “tenemos que educarnos mucho y ahí todos tenemos una culpa y tenemos que darnos en el pecho, porque tal vez no hemos hecho lo que debíamos hacer. Sí, todos tenemos una cuota de responsabilidad, pero tenemos que tomar las medidas para que esta realidad cambie y tengamos en la República Dominicana gente que cuando lleguen a las instituciones, por su formación, porque han sido formados en los valores sobrenaturales, en el respeto a los demás, pues que sean gente honesta. Para eso, la base fundamental es la familia. Hay que insistir en la formación familiar”.
Considera que uno de los mayores peligros que corre el sistema democrático dominicano se relaciona con la posibilidad de que la población pierda la confianza en las organizaciones políticas.
Entiende que en esa amenaza puede influir el hecho de que la gente ve, por ejemplo, que los líderes viven peleándose. También, que cuando los candidatos llegan al poder se olvidan de los más necesitados o irrespetan el voto popular. “Todas esas cosas llevan a la gente a perder la confianza en los partidos políticos y ese es un peligro que deben evitar todos los partidos, pero de manera muy especial los mayoritarios”, señala el religioso.
Encontró su vocación en el seno familiar
El vicepresidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano (CED), monseñor Gregorio Nicanor Peña, encabeza la Diócesis de La Altagracia, donde se encuentra la Basílica de Higüey, el lugar más simbólico para la peregrinación de la feligresía dominicana. La división eclesiástica cubre además las provincias de La Romana y El Seibo, con 39 parroquias que cuentan con 40 sacerdotes.
Nació en Baitoa, Santiago, el 12 de marzo de 1942, en el seno de una familia de 14 hermanos procreada por José Neftalí Peña y Juana Rodríguez. “Mi madre -dice- era muy piadosa y siempre nos estimulaba a participar de la misa y a orar juntos en la familia y ese es un terreno propicio para que se despierte la vocación”. Se ordenó el 22 de junio de 1968. La Iglesia lo designó obispo de Puerto Plata en 1996 y en 2004 lo trasladó a Higüey.
Una tregua
Siempre la Iglesia ha insistido que en los días de Semana Santa se haga una tregua y que no se haga propaganda política”.
Turismo
Los higüeyanos tenemos, con la ayuda del Gobierno, que adecuar esta ciudad para el turismo, para recibir a los turistas en el centro de la ciudad”.