El comportamiento del crédito es uno de los mejores indicadores para entender los niveles de dinamismo de la economía dominicana.
Para el pasado año, fruto del periodo electoral, nuestras autoridades monetarias utilizaron mecanismos para mantener relativamente altas las tasas de interés, lo cual unido a la incertidumbre que genera en los agentes económicos los periodos electorales en nuestro país, mantuvieron frenado el crédito bancario.
A raíz del significativo déficit en nuestras cuentas externas, las cuales demandan mucho más dólares de lo que genera la economía, el Banco Central se concentró en aplicar mecanismos que fomentaran la estabilidad, mitigando de esta manera las presiones sobre la tasa de cambio. Por consiguiente en el primer semestre del 2012 la devaluación fue de apenas un 1%.
La gran mayoría entendíamos que la primera mitad del año 2012 sería bien activa, empujado por la inversión pública, y la segunda mitad menos dinámica, frenándose para enmendar los desarreglos. Sin embargo, el comportamiento del crédito demuestra otra historia.
Durante el primer semestre del 2012, los préstamos al sector privado se contrajeron en un 0.7%. En dicho periodo la tasa de interés promedio para préstamos rondó el 17%, lo que redujo la demanda. Sin embargo, concluido el periodo electoral, el Banco Central cambió su política de tasa de interés.
Las tasas empezaron a bajar colocándose a niveles del 13% en los meses de noviembre y diciembre. El comportamiento de crédito privado fue totalmente diferente durante este segundo semestre. Entre julio y diciembre, los préstamos privados aumentaron un 15%, creciendo un 14% los denominados en pesos y en un 18% los denominados en dólares. Esto último una señal de confianza en la moneda.
Por consiguiente, es evidente que el segundo semestre fue mucho más dinámico que el primero. La pregunta es si el crédito, y por ende el dinamismo, mantendrá su empuje a lo largo del 2013 (a pesar de la importante reforma tributaria). De ahí el objetivo de las autoridades de mantener bajas las tasas de interés. Sin embargo, tasas bajas tienden a presionar la tasa de cambio y estructuralmente tenemos un problema, pues nuestros generadores de divisas no son suficientes para suplir lo que demandamos.
La respuesta que hemos elegido para solucionar ambos problemas, el externo (tasa de cambio) y el interno (tasa de interés), ha sido vía el aumento de la deuda externa. Y todo indica que los mercados internacionales tienen un buen apetito en nuestros bonos soberanos.
De ser así, dicha inyección de recursos externos asistirá para cuadrar las cifras externas, mitigar las presiones sobre la tasa de cambio y mantener bajas las tasas de interés, lo que empujaría el crecimiento del crédito. Suena positivo, pero tengamos claro que estamos resolviendo un problema de corto plazo, para crear otra mayor en el mediano y largo plazo. l