Santiago. Sin las condiciones sanitarias adecuadas y conscientes de sus peligros, cada vez son más las familias que deciden vivir en condiciones marginadas, levantando negocios e incluso lanzando sus desperdicios a los torrentes.Las viviendas son construidas dentro de cañadas y algunos cauces abandonados por los ríos, aprovechando la temporada de sequía y con el riesgo de que cuando vienen torrenciales aguaceros recobren sus caudales y arrastren las construcciones.
Los principales afluentes con esa situación son: a orillas del Río Yaque del Norte, la ya convertida en barriada Nueva yol´ Chiquito; algunas áreas del Río Licey, en Tamboril, el Hoyo de Puchula, en el populoso sector de Gurabito; la cañada de Arroyo Hondo y el Arroyo de Gurabo.
Pese a que la Defensa Civil cuenta con un mapa para conocer las necesidades que tienen los municipios del país en función de la preservación de su entorno, admiten que el país amerita que se le incrementen las campañas de educación ciudadana, con los fines de orientar sobre el respeto al medio ambiente. Así lo confirman miembros de la Defensa Civil en entrevistas previas.
Muchas de las familias que residen, incluso, debajo de puentes, narran que lo hicieron buscando un refugio temporal hasta poder conseguir un trabajo digno y salir de la precariedad con que viven, pero terminan adaptándose. “Lo que hacemos es que cuando llega la lluvia salimos con nuestras pertenencias hasta que pase y baje la crecida”, expresó María Remigio, quien lleva 7 años viviendo en condiciones de extrema pobreza.
En tanto, Ramona Jiménez, una ama de casa que dice tener más de diez años residiendo en el Hoyo de Puchula, reveló: “Nos vemos asustados cuando llueve o hay pronósticos de tormentas, nuestras casitas son malas, Dios nos ampara”. Sus hogares son levantados precariamente, en espacios inadecuados y con materiales inapropiados, lo que les hace más vulnerables a padecer deslizamientos e inundaciones.