Todos recordamos las diferencias que se dieron el año pasado por los abusos que algunos correos privados de paquetería cometían subvaluando y dividiendo los envíos, para burlar la facilidad que se había otorgado al consumidor para que pudiera importar libre de impuestos mercancías por valor de hasta doscientos dólares.
Aunque siempre entendíamos que la medida era violatoria al principio de equidad contributiva ya que el mismo beneficio debían tener los consumidores locales que no gozan de la dicha de tener tarjetas de crédito y computadoras para hacer sus compras en línea.
La posición del comercio fue distorsionada porque lo que buscaba era igualdad, no perjudicar los que compran en líneas, ya que en algún momento también son clientes de las tiendas locales.
Recuerdo a una inteligente mujer, abogada por cierto y con fuertes vínculos con una de las empresas de envío, que en un programa de radio, frente a la pregunta de que si estos couriers subvaluaban, ingenuamente contestó que “era una práctica muy vieja en el país”.
Con estas declaraciones, los que oímos el interesante programa pudimos haber llegado a la conclusión de que como evadir el pago de impuestos y no pagar muchos servicios también es práctica vieja, todos podríamos hacer lo mismo, algo que repercutiría en la estabilidad presupuestaria y en la capacidad del gobierno de proveer los servicios que la población demanda
Con sorpresa hemos visto en un importante medio escrito las declaraciones de la Dirección General de Adunas, de que no solo investiga las cuentas de los couriers por haber evadido pago de impuestos por medio del fraccionamiento de embarques o subvaluación de facturas, sino que para que sea todavía peor, cobraban a sus clientes supuestos impuestos que nunca pagaron a aduanas.
Sin duda, esta situación no puede permanecer, la pérdida de ventas locales serán cada vez mayores, porque ya el argumento de que nuestros comercios compran al por mayor y tienen mejores precios que las compras por internet ha quedado desmontado frente a los enormes volúmenes que manejan tiendas como Macy’s, Wal-Mart, Amazon, etc.
Un amigo me contaba que el poder de compra de Macy’s es tan grande que cuando hacen un pedido de mercancía nueva, destina un 20% a especiales tan pronto es exhibida en las tiendas.
En nuestro país eso es imposible porque los márgenes se han ido reduciendo de manera preocupante y cada vez es más difícil al comercio organizado ganar dinero. Muy a pesar de la reactivación de la economía, especialmente desde septiembre del pasado año, es común ver nuestro comercio con mercancía rebajada lo que les impide cumplir con compromisos como alquiler, mantenimiento, salarios, energía, impuestos, licencias, depreciación, etc.
Esta situación debe ser vista con mucho interés ya que no es el comercio local el que dice que se pierden ingresos como resultado de mecanismos dudosos de parte de algunos couriers. La publicación del periódico El Nacional, del domingo pasado, decía: “Los investigadores también han detectado en Miami, que algunos de los couriers que tienen oficinas en esta ciudad estadounidense, cambian los montos de los artículos adquiridos por sus clientes, logrando de esa manera, pagar menos impuestos al Estado y aplicándoles los tributos reales a sus clientes por lo que mediante esta práctica están obteniendo cuantiosos beneficios en dólares y pesos”. Esto explica la proliferación de estas empresas que han crecido exponencialmente a costa del bolsillo del Estado y de sus clientes.
Ya la burla no es sólo al comercio local, es al consumidor y al fisco. La Dirección General de Aduanas ha sido contundente en esta denuncia, esto le ha merecido ataques injustificados pero ya finalmente han probado su punto de cuánto cuesta al país esta práctica abierta y sin límites.
La decisión está ahora en el Tribunal Constitucional que sin duda fallará de manera correcta, ya que como está ahora estructurada la facilidad, rompe con el principio de equidad, liberando a unos de pagar impuestos y castigando a otros.
Debemos buscar mecanismos que beneficien a una clase media estancada, sobrecargada de impuestos. Hay que ser cuidadoso, un mecanismo que pretende ir en auxilio de un segmento de la población mal utilizado puede convertirse en otro que obligue a tomar medidas para ampliar la recaudación que evite perder empleos o que simplemente los impuestos terminen en las uñas de los couriers malos. Todos no son iguales y me he cuidado siempre de hacer la diferencia porque sería injusto mezclar a mansos con cimarrones.