Los imposibles trabajan para invalidar nuestras esperanzas, mutilar cada ojo creativo de nuestro cerebro capaz de vislumbrar prodigiosas oportunidades, secamos nuestras almas cual desierto llorando ríos de esperanza; Dios es absoluto y glorioso,
incomprensiblemente ilimitado, sólo en microdosis podremos asimilar la naturaleza de su omnisciencia.
No obstante, en cada día está disponible la oportunidad para experimentar su gloria en la medida que precisamos. Un milagro es la evidencia de esa gloria que Él anhela manifestar por medio de la fe del hombre y por causa de su inconmensurable amor.
Es el Padre que rebosa nuestras medidas y deseos. La vida suele comportarse como árido desierto, el mundo como implacable invierno pero si hoy multitudes le creemos, es porque aún abre caminos en el desierto y ríos en la soledad. l