En el artículo anterior, iniciamos esta serie sobre la pertinencia del análisis de género en el análisis histórico.
En este artículo, continuación del de la semana pasada, discutiremos el libro del Instituto Dominicano de City College. El título del libro es Dominican Studies: Resources and Research Questions, Luis Álvarez-López, Sherrie Baver, Jean Weisman, Ramona Hernández &Nancy López, Dominican Institute, CUNY, 1997. (Estudios Dominicanos: Recursos y Preguntas para investigar).
Este segundo libro del Instituto de Estudios Dominicanos recoge cuatro trabajos de investigadores ligados a la faena investigativa sobre la República Dominicana, la mujer y la Diáspora. El primer ensayo constituye una bibliografía introductoria sobre estudios dominicanos, haciendo énfasis en el “Comprehensive Dissertation Index” (Índice Comprensivo de Disertaciones), desde 1861 hasta 1962. Además, recoge publicaciones realizadas en revistas especializadas, artículos, folletos y libros en los Estados Unidos y la República Dominicana. Esta recopilación fue realizada por el profesor Luis Álvarez-López.
El segundo artículo de la profesora Sherrie Baver explora la temática de la integración de la mujer a la fuerza de trabajo en la República Dominicana, la existencia de grupos feministas y la existencia de archivos de fuentes primarias y secundarias que pudieran ser utilizados por investigadores/as interesados en el tema. La investigadora descubrió un importante número de organizaciones feministas trabajando en torno a los problemas de género y realizando también labores de investigación en áreas como mercados laborales, participación electoral, sexismo, discriminación y trabajo reproductivo.
La autora hace mención de organizaciones como el Centro de Solidaridad para el Desarrollo de la Mujer, Centro de Investigación para la Acción Femenina (CIPAF), Instituto de Población y Desarrollo, Instituto para la Capacitación de la Mujer, etc., que están organizando y capacitando a las mujeres, en la promoción de sus derechos, y en la elevación de su nivel de conciencia e integración al mercado laboral.
El artículo hace énfasis en la necesidad de profundizar los estudios sobre las mujeres en la ruralía dominicana, donde se han estado incorporando a la fuerza laboral como micro-empresarias.
El Centro para el Desarrollo de la Mujer creado por Ángela Hernández ha dedicado innumerables esfuerzos en tareas organizativas a nivel de las comunidades rurales y urbanas.
La creciente incorporación de las mujeres en las zonas francas industriales ha sido la preocupación de CIPAF que publicó el libro La vida mía no es fácil, la otra cara de la zona franca, Magaly Pineda. (CIPAF), Santo Domingo, 1990.
El tercer artículo de Jean Weisman explora la temática de género y conciencia de clase en la mujer de la República Dominicana, explorando la hipótesis de la carencia de conciencia de clases entre las mujeres dominicanas, como algunos argumentan. El artículo se inicia haciendo referencia a los trabajos de investigación realizados por Clara Báez y Marivivi Arregui, quienes han publicado extensamente sobre mujer y desarrollo, y la participación de las mujeres en el movimiento social urbano.
En su estudio sobre Las Mujeres en el Movimiento Urbano Dominicano: El Caso de la Ciudad de Santo Domingo, concluyen…” que las mujeres constituyen la base de los movimientos populares urbanos cuyas demandas están concentradas en reivindicaciones económicas y de servicios dado el precario nivel de subsistencia de las clases bajas, reivindicaciones necesarias para la reproducción de la fuerza de trabajo”.( Clara Báez proviene de “Las Mujeres en el Movimiento Urbano Dominicano: El Caso de la Ciudad de Santo Domingo”), 1989.
Clara Báez señala la creciente inserción de la fuerza de trabajo femenina en el mercado de trabajo. Durante la década de los 80, su participación se incrementó de 500, 000 a un millón. Este crecimiento se ha estado realizando en el área industrial, pero el renglón económico de mayor participación de la fuerza de trabajo femenina es el área de los servicios.
En el año de 1991, el 24% de las mujeres laboraban en áreas de servicios, el 20% en venta, 17% en áreas técnicas y profesionales, 13% en factorías y 35% desempleadas.
Citando otra publicación de Clara Báez, Mujer y Desarrollo en la República Dominicana, 1981-1991, Weisman enfatiza la existencia de una gran cantidad de organizaciones femeninas dedicadas a la educación popular y a elevar el nivel de conciencia política de los participantes. Su participación en estas organizaciones ha contribuido a que favorezcan cambios estructurales en la sociedad y ha provisto a las mismas con una nueva visión sobre sí mismas y sobre la sociedad.
Fátima Portoreal, quien ha realizado investigaciones en la zona francas de San Isidro, reveló las difíciles condiciones bajo las que laboran las obreras de zonas francas y las creativas estrategias que han adoptado frente a los patronos para reclamar sus demandas. Por ejemplo, el hecho de que las trabajadoras en la cafetería han logrado crear grupos informales de apoyo autogestionarios, en los cuales se apoyan , discuten situaciones en el trabajo, se prestan dinero unas a otras, ofrecen orientaciones a nuevas trabajadoras y han desarrollado red de apoyo solidarias y comunicación.
Sin embargo, las posibilidades de sindicalizarse son en extremo difíciles por el temor a ser despedidas, por la idea de que la sindicalización es una actividad de hombre y también por el temor de que puedan ser arrestadas. A pesar de los bajos salarios y las condiciones de trabajo infrahumanas, las trabajadoras de zona franca mantienen sus empleos porque la alternativa es estar desempleadas, es peor.
Fátima Portorreal en su importante publicación documentó dos paros realizados por las trabajadoras, en diciembre de 1988 y en abril de 1989. Y las múltiples estrategias creativas que utilizaron desde grafitis hasta proteger a las líderes del movimiento, evitando así que fueran despedidas.