Consumidores

Una vez que fui de compras a un supermercado tomé un artículo de la góndola donde aparecía un letrero que lo ofrecía…

Una vez que fui de compras a un supermercado tomé un artículo de la góndola donde aparecía un letrero que lo ofrecía en especial a un precio determinado. Cuando me dirigí a la fila para pagar, la cajera tomó el artículo, le pasó el identificador de precios y apareció un monto mayor al que decía la oferta de la góndola donde se exhibía.

Ante la resistencia de la cajera a reconocer el precio que decía la oferta, hice llamar a su supervisora y detuve la venta en esa caja hasta que se me reconociera el precio de oferta, tal como se indicaba en la góndola. Me informaron que fue una equivocación y que debía pagar el precio que marcaba, a lo que me negué y exigí mi derecho.

Lo que más me sorprendió es que las personas que estaban en la fila de la cajera, detrás de mí, se irritaron y me reclamaban que me quitara para ellos terminar de pagar sus artículos e irse. Les insistí que esa situación no era en mi defensa, sino en defensa de todos ellos que como consumidores se beneficiarían con mi reclamo, pero como quiera insistieron en que yo era un necio que me negaba a pagar la diferencia de unos cuantos pesos.

Me di cuenta de cuán débil es la conciencia ciudadana de los dominicanos sobre la importancia de defender sus derechos como consumidores y de unirse para reclamarlos. Por eso elogié la reciente convocatoria de “un día sin pollo”, no porque la considerara necesaria para hacer bajar el precio del producto, sino porque se trataba de un buen inicio de conciencia para que los consumidores comiencen a aprender a reclamar sus derechos.

Pero no aprendemos mucho. A la señora Altagracia Paulino, defensora de los derechos de los consumidores, le han caído “todos los palitos” por haber hecho público el resultado de un informe sobre la mala calidad de la mayoría de los embutidos que se consumen en el país. Desde los productores y del propio gobierno la han atacado. Pero lo más doloroso es que hasta los consumidores, a quienes ella está defendiendo, la critican en lugar de ver que se trata de la única defensora de nuestros derechos.

Si el salami es bueno o malo, es otro tema, pero ¡caramba!, no de-sacreditemos a la única persona e institución que nos defiende.

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