Con el debido respeto

En una democracia los liderazgos nacen, maduran y terminan. Pero esa máxima irrefutable no parece tener sentido en los entornos de ciertos líderes incapaces de reconocer que su tiempo ya pasó; que son ya cosa del pasado y oportunidad de abrirle…

En una democracia los liderazgos nacen, maduran y terminan. Pero esa máxima irrefutable no parece tener sentido en los entornos de ciertos líderes incapaces de reconocer que su tiempo ya pasó; que son ya cosa del pasado y oportunidad de abrirle paso a los que vienen detrás, con el justo derecho de relevarlos. He llamado la atención sobre la preocupante situación que significa la extemporánea apertura de campañas internas con vista a la muy lejana contienda electoral del 2020. Todavía no acaba de cerrarse el proceso que culminó con las elecciones del 15 de mayo y ya asoman aprestos de proselitismo para el próximo certamen presidencial a realizarse dentro de cuatro años.

La preocupación no nace, por supuesto, del proselitismo en sí mismo, sino de lo que esas actividades promueven. Hay gente al parecer convencida de que la lucha electoral enfrentará de nuevo en el 2020 a los expresidentes Leonel Fernández e Hipólito Mejía. Independientemente de las simpatías y el respeto que puedan merecerse, entre amigos, adversarios e indiferentes, lo cierto es que esa posibilidad, como ya dijera en televisión, resultaría aterradora. Y no porque sean malas personas, lo que no creo que nadie en realidad crea de ellos. Sino, pura y simplemente, porque el papel que les correspondía pertenece ya al pasado y aferrarse a esas opciones equivaldría a admitir la falsa idea de que no existen en este país más gente con capacidad para dirigirlo.

Para darse una idea de tan inquietante perspectiva, bastaría saber que el 15 de mayo votaron personas que al asumir por primera vez la presidencia el señor Fernández ni siquiera habían nacido, y que en el caso del señor Mejía ya había sido candidato a la vicepresidencia en la última década del siglo pasado y presidente de la República en el 2000. Pretender que vuelvan a serlo 20 y 24 años después debería ponernos a pensar. Con mis excusas y el debido respeto a ambos.

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