Compartiendo una conversación privada

Recientemente me reuní con unos viejos amigos a los cuales no veía desde hacía algún tiempo. Conversamos sobre nuestras respectivas familias, recordamos agradables momentos pasados y también hablamos de cosas triviales.

Recientemente me reuní con unos viejos amigos a los cuales no veía desde hacía algún tiempo. Conversamos sobre nuestras respectivas familias, recordamos agradables momentos pasados y también hablamos de cosas triviales. Naturalmente, no podíamos obviar el tema electoral. Uno de ellos me preguntó: Carlos, ¿cuál es tu opinión sobre la situación política del país? Para ser honesto con mis amigos, les adelanté que aunque yo no era parte del proyecto político de Hipólito Mejía, favorecía su candidatura. La reacción inmediata de mis amigos fue preguntarme: ¿Por qué? Antes de contestarles, por mi mente pasaron múltiples razones, sin embargo sólo hice énfasis en dos de ellas. Les dije que Hipólito es un trabajador infatigable, tiene don de mando, conoce perfectamente el país y sobre todo tiene sensibilidad social.

Sin embargo, ninguna de estas eran las verdaderas razones que me inclinaban por su candidatura. A la que más importancia le doy, es que Hipólito tiene un compromiso con su país, especialmente con su familia, de encabezar un gobierno austero, honesto y decente y está obligado a cumplirlo.

Les dije a mis amigos que la otra razón, no menos importante, es que aunque respeto a Danilo Medina, a quien le reconozco grandes méritos personales, como ciudadano le tengo un genuino temor a su partido, pues el pequeño grupo que dirige esa agrupación política, algunos de los cuales son mis amigos, ha demostrado tener unas ambiciones desmedidas y están decididos a hacer lo que sea necesario para mantenerse en el poder.

Les agregué que me preocupa sinceramente el control que tienen sobre prácticamente todos los estamentos de nuestra nación. Controlan las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, todos los niveles del Poder Judicial, ambas cámaras del Poder Legislativo, los organismos electorales, la Cámara de Cuentas, la mayoría de los ayuntamientos y el Poder Ejecutivo, es decir, los recursos del Estado dominicano.

Y si esto fuera poco, están tratando de controlar la prensa nacional, pues ya tienen comprado a una buena parte de los periodistas y comunicadores y seguramente tratarán de llegar más lejos, hasta que la población sólo reciba las noticias y comentarios que este grupo disponga a su conveniencia. Les dije que este excesivo poder es sumamente preocupante, independientemente de quien lo ejerza, pues atenta contra las bases de toda sociedad democrática. En efecto, les dije también que si les permitimos a través del voto que se queden controlando el Poder Ejecutivo, pronto este pequeño pero disciplinado grupo se cogerá el país para ellos y podrán hacer lo que les convenga a sus intereses políticos, sin que la sociedad tenga medios legales para evitarlo.

Finalicé diciéndoles que por estas dos razones favorezco la candidatura de Hipólito.

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