Vincular a figuras de la política nacional con el narcotráfico se ha convertido en la vía más expedita para atacar, sobre todo, porque en la mayoría de los casos dichas acusaciones no pueden probarse y más que otra cosa, solo provocan un mal rato a quienes son acusados de recibir recursos del negocio ilícito de las drogas para financiar sus aspiraciones proselitistas.
La llamada de un supuesto Quirino Paulino Castillo, quien cumplió una condena por narcotráfico en los Estados Unidos, primero a un programa de televisión, y luego a otro de radio, durante la cual vierte una serie de acusaciones contra el expresidente de la República y presidente del Partido de la Liberación Dominicana, Leonel Fernández, es parte de un accionar, que se hace cada vez más frecuente y al que no han escapado otros líderes y dirigentes políticos del país.
No es la primera vez que Fernández, dueño de un liderazgo indiscutible y con amplias posibilidades de retornar al poder, debe hacer frente a acusaciones de esta naturaleza. La práctica de detractar al contrario, en el terreno de la política, se ha hecho tan común que se ve como algo normal, y se intensifica en los tiempos de campaña. En República Dominicana, las principales figuras, desde la post dictadura de Trujillo, hasta la democracia, han sido alcanzadas por los dardos de las más feroces acusaciones.
A Joaquín Balaguer le tocó el turno, durante la campaña de 1986. A pesar de haber salido del gobierno con una imagen política muy deteriorada y pésimamente valorado, las pugnas internas en el PRD, le allanaron el camino para su retorno al poder ocho años más tarde. Fue entonces, cuando el periodista Daniel Adriano Gómez, publica que el líder reformista tenía 30 millones de dólares en una supuesta cuenta a su nombre en la isla de Grand Cayman. Esta “revelación” no tardó en encontrar el rechazo de los más cercanos colaboradores del expresidente, quienes afirmaron que esa acusación había salido del Palacio Nacional y tenía como finalidad “demeritar al candidato con mayores posibilidades de ganar las elecciones de ese momento”. Esta denuncia, no pudo ser probada, ni tan poco impidió que Joaquín Balaguer ganara las elecciones de 1986.
Uno de los dirigentes políticos que a lo largo de su carrera fue objeto de toda suerte de acusaciones, algunas tan descabelladas que rayaban en lo ridículo, es José Francisco Peña Gómez, por lo que no es de sorprender que en su momento se le vinculara a los sectores más perversos y oscuros. Desde la difusión de un video donde aparecía participando en un ritual de brujería, hasta una fotografía suya, al lado de narcotraficantes en la ciudad de Nueva York, quienes supuestamente le financiaban su campaña política, en 1994. Esa fotografía fue presentada durante una actividad en San Francisco de Macorís por el doctor Marino Vinicio Castillo.
El año 2012
La campaña del año 2012 fue una de las más intensas. Había mucho en juego. Danilo Medina se volvía a medir a Hipólito Mejía, quien lo había derrotado 12 años antes. En estas elecciones, Margarita Cedeño de Fernández, a la sazón Primera Dama, una de las figuras más bien valoradas, con un elevado índice de popularidad aportó lo que parecía faltar en la boleta del PLD. Por eso, ella, y no el señor Medina, se convirtió en el objetivo a vencer.
Es en este escenario, en el cual el abogado y comentarista Marcos Martínez, ex diputado del Partido Revolucionario Independiente (PRI), acusó a la entonces Primera Dama de supuestamente poseer cuentas millonarias en euros en bancos de Dinamarca.
La respuesta de la hoy vicepresidenta de la República no se hizo esperar y procedió a someter a la justicia a Martínez, en un proceso que se sigue en Santiago de los Caballeros y que está en juicio de fondo. El sometimiento a Martínez no se hizo por difamación, sino por falsificación de documentos, ya que para “avalar” su denuncia, el abogado presentó una serie de documentos cuya legalidad se cuestiona. Posteriormente, el Banco en el cual el denunciante sugería que se encontraba el dinero, certificó que la primera dama no tenía fondos en esa institución.
Hasta Hipólito Mejía, a quien no parecía faltarle nada más, pues en su historial político se registraban cuatro años de un gobierno caracterizado por el desorden administrativo, y un dólar que alcanzó su más alta cotización en toda la historia, en su momento se le relacionó con el narcotráfico internacional. Su viaje a México, específicamente a la tierra de uno de lo más temibles carteles de la droga, pareció ubicarlo en el lugar equivocado, en el momento menos indicado.
El 16 mayo, horas antes de las elecciones, el senador de la provincia Peravia, Wilton Guerrero, denunció que el candidato presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), Hipólito Mejía, fue transportado a la ciudad de Sinaloa por el piloto y hombre de íntima confianza del jefe del cartel de Sinaloa conocido como Joaquín (El Chapo) Guzmán, en una visita que para esos días, Mejía había realizado a México.
Ahí no acaba la cosa. Miguel Vargas Maldonado, presidente del Partido Revolucionario Dominicano, no se fue en blanco. En enero del año 2013, los medios de comunicación informaban que Sobeida Félix Morel, excompañera sentimental del narcotraficante José David Figueroa Agosto, aseguró que el dirigente perredeísta habría recibido 300 mil dólares y una yipeta del convicto narcotraficante. Según estas declaraciones, Figueroa Agosto dio dinero a Vargas Maldonado, durante la campaña electoral del año 2008.
Lo curioso de estas “revelaciones” es que no son fortuitas, siempre ocurren en tiempos de campaña, cuando se está definiendo el panorama electoral o se han publicado encuestas que demuestran la intención del electorado en un venidero torneo electoral. Con el paso del tiempo cada vez se hace más difícil que nuestros políticos basen sus campañas en el debate de las ideas y tras cada elección se corre el riesgo de que cualquiera afirme que “aquí no gana el mejor, si no el menos malo”.
Campaña atiza pasiones
A pesar de que en la República Dominicana la política es el pan nuestro de cada día, la campaña electoral o la proximidad de ella, atiza las pasiones, desborda el entusiasmo y con él, muchas veces se pierde la cordura.