Los franceses acuñaron el término político de cohabitación, describiendo así el fenómeno que se ha dado en tres ocasiones en la V República de que haya un presidente de un partido y un primer ministro opositor, como resultado de malos resultados electorales del primero en elecciones legislativas.
Entre nosotros sería imposible que esto sucediera pues tenemos un sistema presidencialista; sin embargo, la creatividad de nuestros políticos con tal de perpetuarse en el poder ha trascendido la histórica reelección, que luego de abolirse en el 1994, se aprobó por un solo período consecutivo en el 2002 y en el 2010 se hizo nuevamente indefinida con la única condición de que no sea consecutiva. Por eso hemos tenido casos como los acontecidos en una época oprobiosa de nuestra historia, de hermanos y correligionarios del dictador investidos como presidentes títere.
Más recientemente hemos seguido una tendencia latinoamericana de que las esposas de los presidentes que no pueden reelegirse vayan como candidatas a la presidencia; lo que no pudo realizar Sandra Torres en Guatemala, esposa de Álvaro Colom, debido a la prohibición constitucional que fue confirmada por la Corte Constitucional a pesar de su petición de divorcio; y que en nuestro país no fue posible dado que existía una candidatura muy consolidada a lo interno del partido oficial.
Sin embargo, como en este país somos especialistas en buscarle “bajaderos” a los problemas, se creó rápidamente la fórmula “Dama”, integrando a la Primera Dama a la vicepresidencia.
Esto ha producido un curioso fenómeno. No sólo la esposa del Presidente es la candidata a la vicepresidencia, sino que el propio Presidente tiene un rol tan activo e independiente en la presente campaña, que parecería que la boleta oficial ofrece más que a dos.
Aunque el calor de la campaña y la necesidad de que los recursos y apoyos fluyan minimizan la complejidad de esta fórmula, es importante visualizar los efectos que la misma tendrá. Por eso, aunque los “slogans” del candidato oficial incluyen “corregir lo que está mal” y un “cambio seguro”, habrá que ver hasta qué punto la cohabitación que se daría entre él, la Primera Dama y su esposo el Presidente, significaría o no un estorbo en su accionar.
Lo que sí es un hecho es que el Presidente quiere seguir siendo el líder indiscutible de su partido y ha salido a la calle para mejorar su percepción, lo que anticipa que cual que sea el resultado de las próximas elecciones, una vez finalizadas comenzará su campaña para retornar al poder en el 2016.
Mientras tanto en el PRD persisten las diferencias, al parecer irreconciliables, del presidente de ese partido con su candidato; quizás porque no aplicaron la misma fórmula de cohabitación dado que ya la vicepresidencia estaba comprometida y el candidato honró su compromiso. Al final serán los resultados de las urnas los que dirán si nos gobernará esta inusual cohabitación criolla o la sorprendente separación de cuerpos del candidato de oposición y la presidencia de su partido.