Un ruido excesivo y apocalíptico que ve el final de todo en cualquier noticia, o que da afirmaciones o negaciones rozando el límite de lo creíble se lanza cada vez que se abre un concurso; da igual que sea para obras de arte, para construcción de letrinas en la frontera, o la recuperación de una ruina. La avalancha de dimes y diretes, con pérdidas de amistades incluidas es lastimosa; pero da morbo escucharles para ver como se regodean entre augurios de sustos y muertes.
Hoy toca a las ruinas de San Francisco, en lo alto de la calle Hostos. ¿Cuál es el posicionamiento estratégico de una ciudad hacia el exterior? ¿Con qué otras ciudades comparte causas comunes? ¿Con cuales compite? Estas y otras preguntas se hacen en foros internacionales sobre administración de ciudades. Mientras, nosotros nos dedicamos a hacer concursos amañados, secretos, o simplemente disparatados.
Las ciudades de hoy compiten. A través de la tecnología buscan los mejores servicios para sus ciudadanos y visitantes; para ser sostenibles, transparentes e innovadoras y para atraer más empresas e inversiones que las demás. Los nuevos modelos de ciudades tienen más relación directa con el ciudadano.
Cambian los perfiles de sus funcionarios para dejar atrás el populismo electoralista; buscan contratar analistas de datos y se compite por la mejor imagen de ciudad de su región. Estos y más cuestiones son los temas en las reuniones internacionales sobre ciudades inteligentes y atractivas.
Las ruinas de San Francisco es uno de esos iconos que no se desean cambiar, porque cada uno de sus detalles son sencillamente magníficos y tan deliberados que cualquier cambio podría, posiblemente, arruinar todo el equilibrio de su diseño. Pero si sigue como está terminaríamos con ella; porque ahora es lo más parecido a un basurero. El arquitecto Carlos Clemente San Román dijo recientemente que “…es urgente su recuperación. Estamos hablando de que a los curas se les expulsó, y desde entonces ha sido un edificio marginado, ha sido hasta manicomio y luego fue cerrado a todo el mundo. O atajas la destrucción o las ruinas se te vendrán abajo”.
Hubo un concurso para restaurarla. Uno ganó el concurso, y los que no, se han dedicado a propagar el “No a la intervención”; claro, no a la intervención por otro que no sean ellos. La ciudad debe verse como algo habitable, lúdico; pero también como posibilidad de negocios en un mundo en el que las ciudades se venden hacia el turismos como se vende en una subasta de arte, con valores ciertos. La Ciudad Colonial y todo su conjunto necesita urgentemente ser remozada. Recordad que La Habana pronto volverá a ser La Habana que fue.