El trampolín, el Zooberto, la Brillante Navidad, la pocilga que es el Mercado Modelo y el pequeño Haití, el parque Mirador Sur, la calle El Conde, los inexistentes baños públicos para turistas y visitantes en la zona colonial, la ocupación del parquecito Balaguer, las mega fiestas con altavoces y música que revientan los nervios de cualquier vecino, la imposibilidad de caminar por las aceras. Son los hechos y “logros” del desastre que ha significado la alcaldía de Roberto Salcedo. Uno se pregunta ¿pero es de maldad que lo hace, o es que sencillamente es un autista social?
Con lo del Mirador Sur es sintomático ¿qué necesidad tiene el alcalde de hacer un trasiego de grupos sociales semanalmente para estropearle la tranquilidad a los vecinos con el Parque de la Canquiña? Ese parque, el Mirador Sur, es para todos, pero para que todos le demos buen uso; no el escándalo de altavoces y bocinas de guagüitas voladoras todos los fines de semanas, al igual con los permisos para los maratones y caminatas. Es saludable y hermoso ver correr y caminar a la gente por el parque, ¿pero es obligatorio meter música estruendosa y “animadores” vociferando “una bullita, una bullita”? Estoy seguro que los corredores y caminantes son gentes sensatas que les encanta el ejercicio al aire libre, y que son los primeros que están en contra de ese escándalo de fines de semanas, y ahora nocturno.
En la calle El Conde caminar ya no es “calle-condear”, ahora es evitar pisarle los cuadros de pintores haitianos a los vendedores que prácticamente han cogido la mitad de la calle para montar sus tenderetes. Se están cambiando los significados de los sitios con historias por intranscendencias pendencieras. Creando daños económicos y culturales para todos, sin ninguna necesidad porque espacios hay para todos en función a sus bases culturales, económicas e intereses.
Hay momentos en las ciudades, y hasta en las personas, en que un simple acto desencadena un momento de no retorno, para bien o para mal. La teoría de “la ventana rota” de George Kelling, que pone como ejemplo un edificio con una ventana rota. Si la ventana no se repara, los vándalos tenderán a romper unas cuantas más. Si no se hace nada, quizás irrumpan en el edificio, y si está desocupado será ocupado por ellos para siempre.
Al alcalde, a los diputados y a los regidores de la primera circunscripción habrá que cobrarles el daño por acción y omisión que están haciendo y que podría ser irreversible; pero no sólo a los del PLD, a todos los que quieran competir en el 2016 al Ayuntamiento o como diputados del Distrito Nacional.