A unos 10.276 kilómetros de distancia de nuestro país se pierden casi a diario cientos de vidas humanas. En julio de este año, unos 190 niños y niñas habían muerto en la franja de Gaza, tras varias semanas de ataques ocurridos entre Israel y Hamas. Según datos de la Unicef, cerca del 70% eran menores de 12 años.
Centros médicos, casas, refugios, escuelas… no hay discriminación cuando toca el bombardeo, ya sea por tierra o aire. Las palabras exactas del portavoz de la Oficina de Asuntos Humanitarios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a la agencia EFE, fueron: “Literalmente, no hay un lugar que sea seguro para los civiles”.
De su lado, la Misión de Asistencia de la ONU en Iraq (UNAMI), informó que durante el mes de septiembre, 1.119 iraquíes perdieron la vida a causa de actos terroristas o de violencia. Ochocientos cincuenta de las víctimas eran civiles, pero además, hubo cerca de 2.000 heridos, de ellos, 1.600 eran civiles. Esta entidad identificó la provincia como “la más afectada”, registrándose en ella 350 muertos y casi mil heridos durante todo el mes de agosto.
Si levantamos el telón de la historia, descubrimos que las dos Guerras Mundiales del Siglo XX sobrepasaron en víctimas a las de todos los siglos precedentes, ya que hubo unos 60 millones de víctimas, entre militares y civiles. De acuerdo al texto La guerra y la paz, enfoque contemporáneo sobre la seguridad y la estrategia: “Las guerras y los conflictos armados son omnipresentes en la actualidad y afectan a la seguridad estatal y a la seguridad humana en todos los continentes”.
Las cifras lo dicen por sí solas: no pasa un día sin que no se mencione algún estallido de bomba, sin que se vea el rostro de lamento o la imagen sórdida de un grupo de rebeldes. De esta –triste, difícil, injusta, inhumana– situación, los medios de comunicación están desbordados, lamentablemente. Y lo peor es que en muchas ocasiones, sin el tratamiento ético que amerita este tipo de temas.
La gravedad y delicadeza del tema bélico a nivel mundial motivó la creación del Día Internacional de la Paz por la ONU, que fuera establecido durante una Asamblea General en septiembre de 1981, bajo la resolución 36/67. No fue hasta el 28 de septiembre de 2001, cuando la misma Asamblea General aprueba de forma unánime la resolución 55/282, que establece el 21 de septiembre como la fecha oficial del cese del fuego y la violencia a nivel mundial.
Justamente, en este año, el Día Internacional de la Paz estuvo motivado por el lema de “Derecho de los pueblos a la paz”. Por eso, las palabras del secretario general de la ONU, fueron un llamado a dejar a un lado las armas, por el dolor que causa a las familias de todo el mundo: “Pedimos a los combatientes que depongan las armas para que todos puedan respirar el aire de la paz. Los conflictos armados provocan un dolor indecible a familias, comunidades y países enteros”.
Ban Ki-moon reconoce que aún queda mucho por hacer, y que ese largo camino hay que hacerlo juntos, como nación, como humanidad, para apagar de una vez por todas “las llamas del extremismo y combatir las causas profundas de los conflictos”.
Punto de partida
Nada puede justificar las guerras. Sin embargo, Charles Philippe David en su libro La guerra y la paz, enfoque contemporáneo sobre la seguridad y la estrategia, dicta que la crisis representa a menudo “la mecha que transforma un conflicto en un enfrentamiento armado y, si es grave, puede conducir al estallido de una guerra”. El autor, explica, que en las crisis, se presenta una situación que amenaza los objetivos de “un grupo”, dígase un Estado o una etnia, y que es muy compleja porque, representa la ruptura de un equilibrio en las relaciones entre enemigos potenciales. Que aunque pueden existir posibilidades de negociación y de resolución del conflicto, también puede suceder todo lo contrario: que se incremente el uso de la fuerza, diríamos más llanamente, del poder, y de la violencia. Lo peor de todo es que las crisis no son previsibles, porque así como pueden desvanecerse, con la misma probabilidad, agravarse.
La guerra desde una perspectiva sociológica
Gastón Bouthoul, sociólogo francés, define la guerra como una forma de violencia cuya característica esencial es la de ser metódica y organizada en cuanto a los grupos que la hacen y cómo la conducen. Está sometida a reglas particulares extremadamente variables. Su principal característica es la de ser sangrienta, ya que si no provoca destrucción de vidas humanas, no es una guerra, sino un conflicto o un intercambio de amenazas.
“Los soldados están progresivamente menos involucrados en las guerras, y en cambio, los civiles lo están cada vez más. Estos son las grandes víctimas de los conflictos. En la Primera Guerra Mundial, el 40% de las víctimas mortales fueron civiles. En la Segunda, un 65%. Se cuantifica que unos 50 millones de civiles murieron a consecuencia de las guerras durante el siglo pasado (XX), para un 60% del número total de víctimas”, expresó Charles-Philippe, profesor de ciencias políticas y director del Observatorio sobre los Ee.uu, en la Universidad de Québec.
“La paz y la seguridad son esenciales para el progreso social y el desarrollo sostenible”, Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas.
La mujer y la paz
Altagracia Salazar
La primera vez fue por el fuego. Alguna vez fue por el agua. En realidad la guerra siempre ha sido porque alguien quiere algo que alguien tiene. La mitología dice que en determinado momento la guerra fue por una mujer, la antropología que, quizás, una guerra fue por la necesidad de mujeres. Durante siglos se consideró a la mujer como un elemento pasivo de la guerra. La madre, la pareja, la hija de los soldados. Hasta la Revolución Mexicana la mujer no fue parte de ésta. Las “Adelitas” no fueron la imagen romántica de las rancheras, por el contrario, es la “soldadera” femenina que acompaña a un ejército descalzo.
Hoy, cuando los ejércitos del mundo están llenos de mujeres soldados, la guerra sigue siendo la misma guerra. Es el dolor en su máxima expresión simplemente porque la política se acaba. Oriente Medio se ha convertido en el polvorín del mundo. ¿Cómo no llamar a la paz ante el asesinato de dos mil en Gaza, ante la muerte de 198 mil en Siria, ante los bombardeos en el norte de Irak?
Karina Sánchez Campos
La paz es el estado natural para el que fuimos creados. El afán desmedido por riquezas, poder y dominio ha generado una actualidad bélica en la que resulta muy perjudicada la mujer, que siendo, entre otras, madre y esposa, sufre la fragmentación de la familia con la partida del esposo e hijos a la guerra; el genocidio, los desplazamientos, la incertidumbre, la violencia de toda índole. El tener que asumir otros roles, padeciendo a la vez el estigma de la desigualdad, la ampara en un machismo que aparta la igualdad de oportunidades para el progreso y la paz. Necesariamente todo eso provoca la desarmonía de la sociedad: hijos solos, mujeres solas procurando garantizar la supervivencia familiar. La mujer es el complemento del hombre y símbolo de armonía y conciliación, pero las divisiones y ambiciones hacen de la guerra un negocio, donde las pérdidas son humanas. Decía San Juan Pablo II: “La paz exige cuatro condiciones esenciales: verdad, justicia, amor y libertad”. Por tanto, si ponemos paz donde no la hay, estaremos haciendo una obra divina, pues Dios es amor, unión y paz.
Hazla un estilo de vida
Todavía puedes unirte al movimiento. Nunca es tarde para hacer de la paz una tendencia. Promueve un mensaje de paz en tus redes sociales con el hashtag #LaPazEstaDeModaRD.
1. Pamela Sued. “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios”. Mateo 5:9. Hoy #DiaMundialDeLaPaz ruego a Dios que la paz reine en cada corazón que habita la Tierra. #lapazestademodard #peace #love
2. The Nail Bar. A propósito del #DiaInternacionaldelaPaz “Entre los individuos como entre las naciones, el #Respeto al #Derecho ajeno es la #Paz (Benito Juarez) #LaPazestadeModaRD
3. Sally Hansen. “La persona que no está en paz consigo mismo, será una persona en guerra con el mundo entero”.
4. Paloma de la Cruz. La paz es para ti, para mí, para ellos. La paz es universal, grandiosa, la paz es un corazón abierto, un espíritu libre, una sonrisa feliz.
5. Ingrid Sabater. “La paz comienza con una sonrisa” (Madre Teresa de Calcuta).