Es tiempo ya de que se preste la debida atención al problema de cierto valor histórico que representa el actual abandono del viejo cementerio municipal de La Caleta.
No son pocos los capitaleños de mi generación, que en su adolescencia o niñez, no fueran llevados en excursión por la escuela donde realizaba sus estudios primarios, a visitar este viejo camposanto que, según datos históricos de aquel entonces, sirvió de reposo final a muchos de nuestros indígenas de la época de la colonia.
Con gran nostalgia recordamos la fascinación que nos producían aquellas fantásticas explicaciones del profesor de turno sobre el origen de este cementerio y su gran valor histórico.
Todavía no hace mucho tiempo podían advertirse en aquel lugar, ubicado en la orilla norte de nuestro mar Caribe, las viejas tumbas dotadas del tradicional símbolo cristiano que es la cruz, también venerada por nuestros antepasados indios.
En algunas de aquellas fosas, al descubierto hasta no hace mucho tiempo, todavía podían observarse corroídas osamentas y cráneos pertenecientes a pobladores desaparecidos de aquel antepasado histórico dominicano.
Testimonios recogidos en la zona de parte de algunos de sus pobladores, dan cuenta de una versión, según la cual, parte de las osamentas faltantes habrían sido negociadas en el pasado con personas extranjeras interesadas en adquirir las mismas, con propósitos aún desconocidos.
Sería de mucho interés conocer la opinión sobre el particular por parte de nuestros actuales historiadores. Recordamos que al lado del cementerio de La Caleta había una pequeña edificación que servía de museo y donde se exhibían distintos objetos y prendas indígenas, el cual ya no existe.
En el lugar había también una fuente de gran tamaño con reciclaje de agua que impregnaba gran hermosura y vistoso panorama al lugar. Esa fuente, aunque todavía existe, se haya fuera de servicio y en total abandono, llena de tierra y gran cantidad de malezas.