Nueva vez se desata un debate sobre los términos de las relaciones con nuestros vecinos después de los incidentes en Ansa Pitre, Haití, y en Pedernales.
¿Qué tan grave fueron esos hechos? Fueron lo suficientemente graves hasta provocar una reacción de la Cancillería dominicana. Coincidieron con la versión de que se construyó un barrio en Montellano para inmigrantes ilegales procedentes de Haití.
El gobierno nacional guardó silencio más allá de lo razonable, lo que hizo que el Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez lo encarara, y reclamara al mismo presidente Danilo Medina más firmeza frente a Haití.
Un factor que contribuyó a exacerbar los ánimos fue una imprudente declaración del embajador Fritz Cineas, que atribuyó a la prensa exagerar los hechos. No es la primera vez que el embajador haitiano critica a los medios de comunicación dominicanos. Es la manera fácil y menos costosa de eludir el aspecto principal de la cuestión.
¿Convierte esa declaración al embajador Cineas en un “enemigo acérrimo” del pueblo dominicano? Quizás el hecho de representar a su país aquí es una muestra de los vínculos amistosos que tradicionalmente ha mantenido con esta Nación.
Que se excedió en su declaración. Cierto. Y es censurable que intervenga en asuntos que son competencia de los dominicanos. Pero también es bueno señalar que la embajada norteamericana frecuentemente se toma la libertad de intervenir en los asuntos nacionales y no solemos ser tan ácidos contra esa representación. Más bien solemos ser indulgentes frente al imperio.
Lo ocurrido deja algunas enseñanzas, sobre todo al gobierno nacional. Debe ser más proactivo en su política exterior, especialmente en acontecimientos sensibles como el de Ansa Pitre. Debió informar oportunamente que había hecho una reclamación a las autoridades haitianas. Esa es una misión de la Cancillería. No violaba nada con hacer saber a los dominicanos que actuaba diligentemente.
Es importante entender que el Presidente de la República, quien tiene la responsabilidad de conducir las relaciones con todos los países, no puede actuar bajo un estado emocional, precipitadamente. La cautela es buena en toda circunstancia, sin importar que los conflictos sean con el país más pobre de América, que es nuestro vecino. l