Lo peor de los movimientos sociales es cuando le meten en la cabeza a grupos humanos que son superiores a otros; los nazis fueron maestros en eso. Los grupos de poder en las provincias vascas y en la de Cataluña han tratado de hacer del hecho diferenciador de tener un idioma distinto, en el caso vasco, y un dialecto uniforme en el caso catalán, un motivo para la separación, y de exclusión hacia formas tribales y aldeanismos empobrecedores del conjunto de la población. Eso quieren la familia Pujol y Mas con tal de ser beneficiarios del activo económico de esas regiones españolas. No quieren darse cuenta que la superioridad o inferioridad no depende de las razas, sino de las formas históricas y sociales, de la convivencia, de la estructura de los proyectos, de los grados de libertad, de la suma de las múltiples configuraciones de la vida, como dijo don Julián Marías hablando sobre otro tema.
La vida en sociedad tiene innumerables trayectorias y, en general, transitamos varias de esas trayectorias para poder encajar en la sociedad y a la vez para tener más recursos sociales y espirituales, en suma, para hacer más rica la vida. Sin embargo, hay personas, más frecuentemente políticos y sus coros, que ponen toda su trayectoria en una vía en particular, mientras que el resto de las otras son abandonadas a lo impersonal, a lo inerte. Se ciegan y no pueden ver más allá de sus narices, de su interés particular. De esa forma empobrecen, se limitan a lo mismo día tras día. De ahí que su capacidad de raciocinio esté limitada y empobrecida por esa idea fija totalizadora. Con esas anteojeras van por la vida y muchas veces arrastran a otros. Peor es el caso cuando esa obsesión es la de sembrar odios, la de separar a las gentes para obtener beneficios personales individuales, como es el caso del grupito que montó la mafia gansteril en Cataluña, España: Jordi Pujol & Arturo Mas Corporation. Un montaje para hacerse los dueños del circo, tergiversando ensoñaciones y valores nacionalistas para provecho particular. Cuando esto pasa la vida se contrae a formas inferiores, y el odio irracional se apodera y ya no hay razón que valga, todo se reduce a lo visceral del proyecto apoyándose en interpretaciones que ejercen violencia sobre la realidad. La mejor visualización de ello lo encontramos en Cuba, con Fidel Castro y su familia. Podrá ser azar, pero la bandera que enarbolan los Pujol y Mas es casi idéntica a la cubana.
La antigua pujante clase media catalana, liberal y culta se la quieren robar una pandilla de políticos sin escrúpulos, sembrando odios fraternales.