Del mundo inmobiliario a los tabloides. De la noche a la mañana, Carlos Zuluaga se ha convertido en noticia, tras su sorpresivo matrimonio con la presentadora de televisión Dafne Guzmán.Desde que se anunció el enlace de esta pareja, la incógnita giraba en torno a quién sería el afortunado.
En principio, la propia Dafne declaró que Zuluaga era uno de sus mejores amigos desde hacía 20 años y que, incluso, el círculo más cercano de ambos se impresionó con el rumbo que tomó la relación.
El hoy esposo de Dafne (el matrimonio se produjo durante la mañana de este martes en el resort Boardwalk de Disney, en Orlando, Florida) es un joven de 37 años de edad, de nacionalidad colombiana, que se dedica a ofrecer asesoría inmobiliaria de forma independiente.
Se caracteriza, entre otras cosas, por ser una persona muy sociable.
Quienes le siguen a través de sus redes sociales, reconocen en él a un gran amante del buen comer y de los animales. De hecho, Attila (nombre de un perro labrador que tiene como mascota) es su compañero de mil batallas.
Carlos se define a sí mismo como “un implacable dominicano de corazón”.
Llegó al país cuando tenía 7 años de edad y desde entonces ha desarrollado todas sus actividades personales y profesionales aquí.
Un amor inesperado
Si bien es cierto que la comunicadora y él se conocen desde hace dos décadas, no fue sino hasta hace 8 meses que inició su historia de amor.
Zuluaga confiesa que fue quien dio el primer paso para el inicio del romance.
“Antes de convencerme de que ya estaba cogido, me puse a analizar que había surgido algo más allá de la amistad. Pensaba en ella más de la cuenta y, como siempre fue mi mejor amiga, la que me lo contaba todo, ya me empezaba a poner celoso si me hablaba de otro muchacho o me comentaba que la habían invitado a salir. Fue ahí que tuve que soltar el miedo y sincerarme con ella. Como ves, me fue mejor de lo que pensaba”.
Admite, que una vez rompió el hielo se fueron involucrando emocionalmente, sin darse cuenta. “Al principio, fue confuso, porque no queríamos dañar la amistad. Pero hoy por hoy, estoy seguro de que arriesgarme fue la decisión correcta. Solo son 8 meses como pareja, pero siento que tenemos años juntos. Nos hemos compenetrado super bien”, explicó.
Describe a su esposa como “una mujer muy determinada y trabajadora”, cualidades que son las que más le atraen de ella. “A los 2 meses de estar juntos, hablamos de matrimonio relajando, hasta que al final tomamos la decisión”.
La boda en Disney fue justo como la imaginó, pues, según él, ese tipo de ceremonias, casi siempre ostentosas, no son de su agrado. “No me gustan las bodas ni las grandes celebraciones y valoro que, a pesar de su trabajo de exposición pública, Dafne me comprende. De hecho, ambos queríamos algo así, íntimo (solo estuvieron allí familiares y un grupo de amigos muy reducido) y divertido”.
Carlos está consciente de la relevancia mediática de Dafne y lo que supone en términos de exposición masiva, por lo que entiende que su salto a los titulares a partir de su unión es “algo inevitable. Pero, nuestra vida personal, la mantendremos lo más privada que se pueda”.
Sobre el futuro que les espera juntos, señala que quieren ampliar la familia, pero que esa etapa será más adelante.
“Claro que queremos familia, pero no ahora. A pesar de que sabemos que no somos unos carajitos para esperar mucho, queremos disfrutar un tiempecito de la relación de pareja”, dijo.
La historia de cómo se conoció la pareja
Carlos, quien por cierto fue quien llevó a Dafne a su primera prueba de talento para ser parte del elenco de presentadores de Amé 47, a mediados de los noventa, conoció a la comunicadora en una fiesta. “Recuerdo que fue en casa de un amigo del colegio (estudió en el Loyola). En realidad, a mí la chica que me gustaba era la mejor amiga de Cristina Fajar (la mejor amiga de Dafne), que nunca me hizo caso. Y, al final, me alegro de que así fuera, porque cultivamos todos una gran amistad que aún mantenemos. Incluso con Dafne. Creo que esa es la base de toda relación”. Carlos no tiene nada que ver con los medios y prefiere seguir manteniendo el bajo perfil de siempre.