Vivir en un país con civilizaciones distintas, pero paralelas, es vivir en ansiedades y angustias constantes por ambas partes. Israel y los musulmanes; Francia y los musulmanes; Alemania y los turcos; Inglaterra y todos los otros; República Dominicana y los haitianos, realidades paralelas en abiertas confrontaciones. El fenómeno del populismo y la avaricia ha traído esas angustias. El populismo, que significa obligatoriamente demagogia, mezclada con el “buenismo sin fronteras” ha creado tal marabunta que una vez creada sólo nos podremos preguntar ¿dónde nos equivocamos? Parece que nos equivocamos en todo. Hay algo en todo esto que no somos capaces ni de entender, mucho menos de enrostrar sin ser parcializados. Y es que, aunque no nos guste, hay que tomar partido por algo porque no somos veletas. La humanidad de estos momentos tiene todo para ser feliz, pero falta sabiduría, lucidez, y mucha moderación. No se puede acumular tanto tan pocos, sin razón alguna, sólo por avaricia, por estupidez. Los niveles de desigualdades obligan a buscarse la vida donde sea; y los populismos la incentivan sin ningún plan, sin ninguna idea más que el aparentar ser “buena persona” con fines políticos electorales.
La oscura seducción del mito del socialismo, de la vida en común y felicidad para todos será siempre eso, un mito. La especie humana desde Caín y Abel, si creemos en esas historias, nos demuestra que estamos condenados a matarnos a palos por subsistencia, por envidia o por un supuesto amor excluyente. No hay recetas, hasta hoy todas han fracasado. ¿El pesimismo triunfará? Parece que sí. Hay recursos y verborrea suficientes para que podamos vivir en paz; pero algo falla.
El totalitarismo islámico se aprovecha de las angustias de los jóvenes marginados para someterlos a todos. El populismo tramposo de partidos políticos como Podemos en España o Zyriza en Grecia también se aprovecha, como se aprovechó Hitler y los nazis en Alemania. La barbarie acecha de nuevo y tiene de aliado a los inconscientes que no dan, ni dicen donde hay. Los valores de la iglesia islámica son incompatibles con los nuestros, pero ya están en Occidente y quieren quedarse. Es el eterno retorno a la barbarie, que nos hace pensar en que somos una especie sin futuro. Los valores haitianos son incompatibles con los nuestros, pero están aquí y quieren quedarse.
Parafraseando a Castilla del Pino “los seres humanos tenemos dos biografías. Una vida real constituida de frustraciones, errores y luchas; y otra vida mental, soñada, hecha de ambiciones desbordadas y de alucinaciones”. Este lunes 19, fue calificado como el día mas triste del año, no sé a cuál tonto se le ocurrió tal designación; pero parece que algo tiene.