Todas las encuestas de firmas confiables dan por seguro ganador en las elecciones del domingo 15 de mayo al presidente Danilo Medina, a excepción de las que menciona su principal opositor, el candidato del Partido Revolucionario Moderno (PRM) y aliados, sin señalar el nombre de la encuestadora que las realiza. No estoy seguro si el optimismo de Luis Abinader se origina en las estimaciones de sus asesores y si él, basándose en tales apreciaciones, se ha convencido de poder conquistar la presidencia de la República en los comicios de este mes. O simplemente si trata, con buen sentido, de infundirle así confianza a sus seguidores para que acudan a votar y medir de este modo el nivel de su liderazgo con vista al futuro.
Si fuera por esto último estaría asumiendo el papel correcto, el que debe jugar, conforme a lo que ha logrado edificar alrededor de su joven figura desde las cenizas de una organización fraccionada, el PRD, con las cuales se ha construido el partido que lo postula. Si su entorno lo ha convencido de las cifras que él cita sobre el ascenso de su candidatura y el supuesto derrumbe de la popularidad del presidente Danilo Medina, me apenaría admitir que alguien pudiera sentirse tentado a cometer un error, cuando los boletines de la JCE muestren una realidad distinta, una vez cerradas las urnas.
En las circunstancias que le ha tocado lidiar, con una oposición diezmada en otras propuestas presidenciales, alianzas cuestionadas y necesitado de recursos, Abinader ha realizado una campaña muy exitosa, que podría catapultarlo como una fuerte opción a las elecciones del 2020, donde probablemente se inicie un nuevo ciclo político con un electorado más consciente de los cambios estructurales que el país necesita. A fin de cuentas, le quedarían otros meses de mayo en condiciones más prometedoras que el actual, porque no parece posible que tantas encuestadoras se hayan confabulado en su contra.