Siempre he escuchado que la gente agradecida suele tener buena memoria, pero también esta es una condición que poseen las personas que viven llenas de rencor, aquellos que no perdonan, que no olvidan el daño que los demás les han causado en algún momento de sus vidas.
Es importante no olvidar las cosas que nos han hecho sufrir, que nos han dolido, ni tampoco debemos olvidar las decepciones, ni las traiciones, pero solo para ser más precavidos, más cautelosos, para ser menos confiados, nunca para albergar malos pensamientos o desearle a los otros, lo que oramos porque nunca nos pase, a nosotros a aquellos que amamos.
En la etapa de la inmadurez, propia de la adolescencia, decía y creía firmemente, que aquel que olvidaba lo malo, también olvidaba lo bueno, que no era rencoroso, pero que tampoco podía ser agradecido, aquel que borraba episodios de su vida, por el solo hecho de no ser gratos.
En ese entonces, creía erróneamente que el agradecimiento, necesariamente debía ir en proporción al grado de rencor, que una persona que olvidaba el daño, también olvidaba los favores, la ayuda, el apoyo y el cariño que recibía.
Afortunadamente, la vida te muestra que puedes olvidar y perdonar lo negativo y seguir adelante, sin rencores, sin contaminar el alma con malos sentimientos y deseos y de ese mismo modo, puedes atesorar cada una de las experiencias positivas y agradecer eternamente a las personas “responsables” de esas experiencias positivas, por su ayuda, por su presencia, por hacernos ver y sentir la diferencia entre un afecto sincero y una sonrisa hipócrita.
Además, está comprobado, y pienso que todo aquel que lo ha experimentado me dará la razón, que cuando desechamos de nuestras vidas los pensamientos negativos y los malos sentimientos, nos sentimos y nos proyectamos más felices, más tranquilos y resultamos más agradables a los demás.
Tener buena memoria es muy bueno, no debemos confundirlo con capacidad para guardar rencor, ni mucho menos podemos responsabilizarla de nuestra incapacidad para perdonar.
Por el contrario, ella nos sirve para ser agradecidos, pero también para no olvidar jamás el precio que nos hicieron pagar nuestros errores.