Los benévolamente llamados “intelectuales haitianos” se apropiaron del concepto de Jules de Gaultier sobre el “Bovarismo”, para etiquetárnoslo a los dominicanos. Esta acción, típica del que se mira en un espejo y ve a otro, refleja la idea falsa y de mala fe que los ricos e influyentes haitianos tienen sobre los dominicanos y no sobre sí mismos. El bovarismo es una especie de insatisfacción crónica de una persona, producida por el contraste entre sus ilusiones y aspiraciones, casi siempre desproporcionadas respecto a sus propias posibilidades, y la realidad, que suele frustrarlas.
Los haitianos no se conforman con gastarnos el presupuesto de salud, de educación, y con depredar montañas; ahora se han dado cuenta que poniendo trabas unilateralmente al comercio internacional, sin importarles el daño que ocasionan a sus propios ciudadanos, nos van a molestar y a hacernos daño en donde nos duele, en mayor capacidad de producir riquezas que ellos, y eso los llena de orgullo e incrementa el menosprecio a sus odiados vecinos. Los verdaderos enemigos de Haití son sus clases altas y sus “productores locales”. El Foro Económico del Sector Privado haitiano exhortó a su gobierno a “…aumentar el control de las mercancías que atraviesan regularmente la frontera, reforzando las estructuras aduaneras establecidas…” y a “…abrir puestos sanitarios y fitosanitarios capaces de controlar las mercancías que presentan riesgo para la salud…”. Da hasta risa. Esos son los verdaderos enemigos de Haití, esos, los que utilizan el supuesto odio a la República Dominicana para seguir humillando con hambre y desprotección al haitiano común y corriente. En algunos países, como Canadá, Estados Unidos o Francia, al igual que para grupos religiosos salvadores de almas en putrefacción, parece que Haití despierta un intenso interés antropológico, han decidido “salvar a Haití” tirándole el problema a los dominicanos. Parece que en sus mentes “redentoras” no se dan cuenta que con ello están mandando al exterminio a dos países, si se puede considerar Haití un país. Es tal la confusión de ideas y falsa ayuda a Haití, que por la mente febril de Hugo Chávez surgió aquella estupidez de acusar al Pentágono de provocar el terremoto de Haití con un arma secreta y, claro, con la complicidad de los dominicanos, para apoderarnos de esa joya que es Haití.
Las clases altas haitianas y su gobierno deben tener en cuenta que el 95% de haitianos en territorio dominicano tiene una condición migratoria irregular y aún así pueden vivir, comer y tener servicios médicos, aparte de enviar remesas a su país. También deben tener en cuenta que “tanto joder, empreña” y podría darse el caso de que Madame Bovary se harte de ellos y los ponga en su lugar.