La lucha a muerte, la de vencer o morir, la inició François Makandal hace dos siglos y medio en las sabanas y montañas de la isla Española con claro objetivo, justo desde su perspectiva, de exterminar la raza blanca que usufructuaba la humanidad de sus semejantes como cosa de la que se puede disponer y como animal de trabajo que se domestica infligiéndole crueles castigos para obligarlo a actuar de conformidad con la voluntad del amo, o sádica, violenta e inmisericorde término de la vida para que sirviera de ejemplo a los no conformistas. Todas, acciones ejecutadas por altos miembros de la sociedad francesa que se ufanaba de tener la mejor ética social, el mayor desarrollo tecnológico de Europa y que recibía de los frutos del trabajo esclavo la mayor parte de su bienestar económico.
Era preciso de alguna forma acabar con tanta iniquidad, y fue así como se iniciaron acciones en Francia y en Saint Domingue para hacer más equitativos los intercambios entre los componentes humanos de las sociedades, especialmente a través de una organización social en donde primara la libertad, concepto sobre el cual en 1961, Hanna Arendt observó: “Bajo el asalto concertado de las ciencias desenmascaradoras, la psicología y la sociología, nada realmente ha parecido estar enterrado con mayor seguridad que el concepto de la libertad.
Aun los revolucionarios, que uno los habría asumido estar seguros y hasta inexorablemente anclados en una tradición que difícilmente pudiera contarse, mucho menos hallarle sentido, sin la noción de la libertad, prefirieron degradar la libertad al rango de prejuicio de clase media baja, antes que admitir que el fin de la revolución era, y siempre ha sido, la libertad” (Hanna Arendt, On Revolutions, p.11, traducción mía).
Mas, ¿qué diferencia había entre la guerra en Francia y la guerra en Saint Domingue? ¿Cómo se diferenciaban las propuestas de los promotores de ambas guerras? Mientras en Francia se procuraba eliminar el poder económico y político del clero, la monarquía y los señores feudales, en Saint Domingue la lucha se inicia con objetivos diferentes entre todos los protagonistas y promotores de cambios sociales. Los colonos querían emanciparse de Francia para conformar una entidad política autónoma tomando como referente a la revolución norteamericana, los mulatos buscaban su consideración como entes políticos en igualdad con los blancos, aunque esclavistas ellos mismos, no deseaban el fin de la esclavitud, mientras los esclavos procuraban dar fin al injusto régimen de la esclavitud y de crueldades, castigos y desconsideraciones a que estaban sometidos.
Serían la revolución francesa y la haitiana, la segunda y tercera de las tres más grandes revoluciones de la humanidad, acaecidas las tres en los 25 años finales del siglo XVIII.