Empiezo por felicitar a Marisol Vicens por su artículo sobre el avestruz (publicado en elCaribe el 4 de abril), ave que esconde la cabeza cuando se encuentra en problemas en vez de buscar soluciones. Esa actitud es adoptada a menudo por muchos en nuestra sociedad. Si literalmente no escondemos la cabeza, si nos hacemos los tontos frente a problemas que pueden tener solución, si los afrontamos responsablemente.
La semana pasada fueron muy criticadas una serie de instituciones que expresaron su parecer sobre el periodismo que se ejerce hoy día en nuestro país, el cual, con muy honrosas excepciones, parece haber perdido su norte y solo actúa motivado por el lucro. La presidenta del Colegio Médico Dominicano (CMD) se pronunció en este sentido y fue objeto de reproches por parte de miembros del Colegio Dominicano de Periodistas. Doctora, la felicito por su valor. Cuando se ejerce una posición de liderazgo, como la que usted ocupa, lo correcto es apegarse a los principios de la ética, sin reparar en las opiniones de los demás.
Hace pocos días, el ministro Peralta, refiriéndose a la situación que se creó debido a las declaraciones de la doctora Amarilis Herrera, dijo: “A veces hay cosas que uno quizás no quiere oír, pero tiene que oírlas”. Los periodistas también deben estar dispuestos a oír lo que no quieren. Es muy cierto que muchos de ellos son personas íntegras, incapaces de vender su pluma, de difamar y dañar reputaciones, sino que, por el contrario, trabajan por un país mejor, apoyando la educación, la transparencia, la lucha contra la corrupción y el tráfico de drogas. Sin embargo, no podemos ignorar el hecho de que muchos otros periodistas y algunos que ni siquiera lo son, confunden la opinión popular con su vocinglería, haciéndose pasar por defensores de causas nobles, cuando en realidad responden a intereses particulares y actúan en base a la mentira y al chantaje.
Los males de nuestro país son muchos y han existido por décadas, y aun cuando hemos logrado algunos avances, es mucho el camino que tenemos por delante. Referirse a estos males con sentido de compromiso es una manera de contribuir a sus soluciones. Otro ejemplo de esto nos ofrece el senador Mariotti cuando hace poco expresó que las licitaciones se las siguen ganando los mismos; prueba de esto es que los pliegos de licitación se hacen a imagen y semejanza de quien se desea que las gane. Para corroborar esta afirmación, un amigo me refirió que hace poco lo descalificaron con la excusa de que en la certificación de la Cámara de Comercio, de su compañía, no decía que fabricaba el producto que se licitaba, cuando todos sabemos que en la constitución de todas nuestras compañías se establece que están autorizadas a realizar cualquier actividad de lícito comercio. Pero indudablemente en este caso, tal como decía el senador, terminó ganando el mismo de siempre.
Una sociedad democrática se nutre de las críticas, sean estas constructivas o no. Las mismas son un reflejo de nuestras enormes debilidades institucionales, no nos mantengamos indiferentes a las mismas ni tampoco reaccionemos con una sensibilidad exagerada. No recibirlas bien es oponerse al progreso.
No escondamos la cabeza como el avestruz, las críticas y diferencias deben servir para revisarnos. Así como los médicos se quejan de los periodistas, los periodistas tendrán sus razones para quejarse de los médicos, o de los empresarios o de los políticos. Al fin y al cabo, lo que debemos hacer es trabajar juntos para superar nuestras debilidades.
Una sociedad democrática se nutre de las críticas, sean estas constructivas o no. Las mismas son un reflejo de nuestras enormes debilidades institucionales, no nos mantengamos indiferentes a las mismas ni tampoco reaccionemos con una sensibilidad exagerada.